CAINEJO VERSUS TRAVESERA
Vaya dos carreras. Espectaculares. En el corazón de Picos.
Las dos carreras más “salvajes” que conozco en España. Y digo lo de salvajes,
no por la distancia, ni por los desniveles, sino por el recorrido y por como
las enfocan las organizaciones. Y me explico.
Los recorridos de ambas son bastante técnicos, más los del
Cainejo. Me gusta este tipo de carreras porque parte del recorrido transcurre
por sendas muy expuestas, “peligrosas” y porque en algunos tramos ni tan
siquiera hay una pequeña senda y es todo “a saco”. Y por como las enfocan las
organizaciones: me gustan porque no tienen reparos ni remilgos a la hora de
pasarlas por tramos difíciles, difíciles quiero decir que si resbalas, no te
rompes una pierna o un brazo,… te matas, así de simple. Estoy hasta las narices
de tanta “seguridad”, tanta norma, tanto reglamento y que si,…lo primero es la
seguridad de los corredores. ¡Hombre!, qué quieres que te diga, si un corredor
no es consciente de si puede o no puede pasar corriendo por un lugar
complicado, que pase andando o que no pase. Y si ves que se aproxima una
tormenta (sí, cuando oyes unos sonidos
muy grandes, eso se llaman tronidos y ves una luces que bajan muy deprisa, eso
se llaman rayos) y no es capaz de pensar que pueden ser peligrosas y pararte y
no seguir o dar la vuelta o refugiarte o afrontar el riesgo que ello
supone. Y si no es capaz de pensar por sí solo todo
esto, pues que se dedique a la petanca o asuma las consecuencias y no cargue
contra las organizaciones de si debieron o no debieron neutralizar la carrera.
Lógicamente un accidente lo puede tener cualquiera, hasta con el bordillo de
una acera.
El Cainejo tiene 52 km y un desnivel acumulado de 10.200
metros. Este año tuvimos buen tiempo, pero con mal tiempo puede ser la leche.
Se sale de Caín (450m) hacia Caín de arriba y se pasa por las Boas hacia
Hierbas Altas para enlazar con la canal de Trea. Esta senda tiene un par de
pasos que es mejor no mirar para abajo. Técnicamente no es difícil. Es
rompepiernas, pero mejor no despistarse en estos sitios. Se sube por Trea hasta
la Vega de Ario, donde hay un refugio y un avituallamiento y desde aquí se baja
a las majadas de Ostón. Esta bajada es muy, muy técnica con una senda que a
veces no lo es tanto por lo que tienes que ir muy pendiente de las marcas
y,..de los pies. No me la quiero imaginar mojada o con niebla. Desde Ostón se
sigue bajando por la canal de Culiembro hasta llegar a la ruta del Cares para
ir hacia Caín, donde hay otro
avituallamiento. Desde Caín se sube por el Travesedo hasta el Cueto Pardo y
hacia el monte Tejera para enlazar con la canal de Mesones. Se sube esta canal
hasta las majadas del mismo nombre, donde hay otro avituallamiento. Nos dirigimos hacia el sureste hacia los
Puertos de Cuba y la cerra de Carbanal (1950m). Este paso está con nieve, pero
no ofrece mucha dificultad, sólo que está muy inclinado. Se comienza a bajar
por la canal de Capozo. Yo, hasta aquí iba muy bien, buenas sensaciones y buena
posición. Pero al comenzar a bajar Capozo me dio un latigazo los aductores y me
tuve que parar. Seguí bajando Capozo pensando en recuperar, pero en cuanto
volvía a forzar el ritmo me volvía a dar otro latigazo con un fuerte dolor en
los aductores, así que “a ajo… y a agua…” y a bajar tranquilito. Esta canal es
muy larga. Suele estar cerrada de vegetación por avellanos, pero en esta
ocasión la tenían limpia. Cuando se suavizó la bajada, por el monte Corona y la
Farfada, intenté forzar otra vez y otro castañazo, así que decidí para en
cuanto llegara al mirador del Tombo en Cordiñanes, donde había otro
avituallamiento. Aquí la gente me animó a seguir y lo intenté, pero a
quinientos metros me volvió a dar otra sacudida y ahora si que decidí ir
andando hasta Caín por el antiguo camino del Rebeco, ermita de Corona y salir a
la carretera. En la carretera me estaba esperando Nary. Le dije que no podía
correr y ella me animó a correr juntos. Me dijo que tenía que correr por el
equipo (estaba apuntado al equipo de Valdeón y queríamos ganar por equipos),
que no fuera egoísta y pensara más en el equipo. Claro, estoy como una rosa.
Sino supiera lo que me quedaba todavía. Iba a ser un calvario seguir. Así
llegamos a Castro (poco antes de Caín) y cogemos el camino antiguo del Pando y
subimos por el Arnao hacia Moeño. Me acompaña Nary un rato. Ahora sé que no
tengo escapatoria. Una vez empiezas a subir, ya no hay vuelta atrás. No quiero
ni pensar lo que me queda. Conozco esto bastante bien y voy hecho una mierda.
No puedo forzar, aunque subiendo voy algo más cómodo. Así llego a las majadas
de Moeño, donde hay otro avituallamiento. Pero queda lo peor. La subida hasta
Cabezas Altas (1910m). Por aquí ya no hay senda. Es todo salvaje y con mucho
más desnivel. Voy pensando sólo en acabar dignamente (algo que ya sé que no va
a ser posible). El paso de Cabeza Alta a Dobresengros es expuesto y complicado.
Mucho desnivel de bajada por un terreno de hierba y piedra suelta que si
resbalas,…te la pegas y gorda. Tiene una parte con nieve y aunque habían puesto
una cuerda, en la parte alta no había así que mejor no caer.
Ahora comienza la bajada de Dobresengros. Esta parte la
marcó Julio, del albergue la Ardilla Real de Santa Marina. Le pregunté por
dónde había marcado la bajada de la canal y me dijo que por el medio, es decir,
ni por la senda ni por el pedrero, así que la decisión para mí fue fácil y un
alivio: al pedrero. Es una delicia bajar por estas piedras. Así hasta el
Canalón. Luego se sigue bajando Dobresengros hacia el Puente Grande, pero no se
va por la ruta del Cares, sino por una nueva senda que hay que subir y que, con
el cansancio acumulado, es una agonía y además tiene un tramo aéreo, que aunque
tiene su anchura (sobre un metro) si caes, ya puedes sacar las alas. Y de aquí
a Caín son cinco minutos. Llegué a Caín en nueves horas y media, destrozado,
pero en un increíble décimo puesto. Recupero un poco, me hidrato, hablo con la gente,…vamos como de costumbre y
decido ir al masajista a que me vea las piernas, pero antes voy al río a refrescar
las piernas. Me meto en el río y,….tachán, tachán!!!!!!!!! En mi vida me había
dado nada igual. Mis piernas se ponen rígidas totalmente. Un dolor
insoportable. No me puedo mover. Hasta tal punto que no puedo salir del agua y
tiene que venir una pareja que estaba allí a sacarme en volandas. Me llevan a
la camilla del fisio (gracias majo) y me intenta aliviar, pero a la mínima
tensión veo las estrellas. Al final termino en el hospital de campaña. Me hacen
las típicas pruebas de azúcar, tensión,…y me ponen una bolsa de suero y,…luego
otra. No sé, dicen que deshidratación. No lo sé, yo creo que me hidraté bien.
Vaya usted a saber. El caso es que después de las dos bolsas de suero en vena y
más de una hora allí metido conseguí salir por mi propio pie.
En algún momento llegué a pensar: “…a la mierda las
carreras, ya he hecho lo que tenía que hacer, he corrido en todo el mundo y no
tengo que demostrar nada. A partir de ahora a correr disfrutando…” Y de la
Travesera a los quinces días, ni en sueños me vais a ver a mí allí.
Pues sí, como la mayoría ya habréis adivinado y deducido a
los quince días estaba en la salida de la Travesera. Eso sí, me había
mentalizado de hacer un entrenamiento largo de cara a la próxima carrera que
tengo en la isla Guadalupe y no forzar en absoluto, especialmente bajando. Simplemente
entrenar. Además no había recuperado en condiciones del Cainejo. Y así salí. La
salida del Repelao (155m) en Covadonga a
las doce de la noche hasta la Vega de Enol son unos nueve kilómetros de subida,
pero este año con barro, mucho barro. Así que calma. Seguimos hacia
Vegarredonda para enfilar la subida la Jou Santo (2113m). Empiezan a aparecer
las primeras nieves. La nieve está dura y empiezan a aparecer los pasos
delicados por culpa de esta nieve. Al principio no son muy complicados, pero
cuidadín. Además hace frío, mucho frío. Creo que la sensación térmica sería de
5 o 6 grados bajo cero. Las manos las tengo heladas a pesar de llevar buenos
guantes. Me encuentro con gente agarrotada por el frío. Empezamos a bajar por
el Boquete, con mucha nieve, hacia la canal de Mesones. Esta canal, en la parte
alta, es muy técnica, con desnivel y,…se baja de noche. A pesar de bajar
despacio tuve una caída que me provocó un par de heridas y unos moratones. Así
que a ralentizar más el ritmo. Llego a Caín (450m) donde hay un avituallamiento
(aquí abandonaron casi 50 corredores). Me lo tomo con calma. Casi nunca paro en
los avituallamientos, pero en esta ocasión no tenía prisa y paré a comer y a
beber algo más. Aquí hay también control de material. Por primera vez hacen un
control de material. Me parece bien si así lo exigen, aunque como algunos saben
yo no soy partidario de exigir material obligatorio, la palabra “obligar” nunca
me ha gustado y prefiero “aconsejar” material y cada uno haga lo que quiera.
Empezamos a subir Dobresengros por el sedo Mabro. Todavía es de noche. Tuve que
cambiar de frontal. Llego al Canalón y un rato después empieza a clarear y a
amanecer. Un alivio. Hoy no disfrutaba por la noche. Pero llegando al Jou
Grande empieza de nuevo la nieve y el frío. Otra vez heladas las manos. Ahora
pienso que si esto sigue así, no quiero volver a pasar por esto en la Collada
Bonita o en Valdominguero, así que por primera vez pienso en dejarlo, pero no
sé todavía dónde. La subida hacia la
Horcada de Caín (2344m) está con nieve dura. Por esta cara no tiene mucho
peligro, pero la bajada por la cara norte está jodida. La nieve está muy mal
para bajar. Tienes que hacerlo con cuidado y andando. Intentas correr en algún
momento pero es arriesgar los pies y en una de esas doblé un bastón. Llego al
refugio de Urriellu, otro avituallamiento. Sigo en mi línea, parar, comer,
beber con tranquilidad. Me dicen que debo estar todavía entre los veinte
primeros. Me es igual. Empiezo a subir la canal de la Celada. Y después empieza,
lo que yo creo el paso más complicado, y es la subida a la collada
Bonita(2382m). La nieve, como dije, está muy dura. La huella no es muy buena, y
aquí, si resbalas, el golpe sí que es cojonudo. Ciertamente es un riesgo, pero
por eso es Picos y es alta montaña. Tienen una cuerda al final, pero es igual,
como te caigas antes de llegar a ella,…sssshhhhhh ostiazo gordo, muy gordo.
Pero es que bajar de la Collada Bonita tampoco fue fácil. Aquí muchos
utilizaron crampones (obligatorios, aunque me gustaría saber si todo el mundo
sabe utilizarlos). El principio de la bajada es muy inclinado. Yo bajé por la
parte rocosa y a media bajada crucé la nieve hacia la otra parte de piedras. Y
se empieza a bajar la canal de Moñetas, con mucha nieve, e insisto, muy dura y
bastante técnica hasta las Vegas de Sotres (1067m). Otro avituallamiento y a
repetir lo mismo que en los anteriores. Pero ahora me encuentro con buenas
sensaciones. A la salida del avituallamiento hay otro control de material (creo
que han descalificado a varios corredores por no llevarlo). Pero queda la
subida más cabrona. No porque sea la más larga o dura, sino porque llevas
muchos kilómetros, muchas horas y subir más de mil metros de desnivel en cuatro
kilómetros es doloroso, física y mentalmente. Pero como dije, me encuentro
bien, quizás porque no he forzado antes. Y subo “alegre”. Paso a varios
corredores. El tramo final antes de llegar a la collada de Valdominguero
(2140m) está con mucha nieve. Pero aquí la organización ha hecho unos muy
buenos escalones en la nieve, por lo que se sube con “comodidad”. La bajada,
también con nieve en varios tramos, no es muy técnica y me permite correr.
Pasamos por el Casetón de Andara para coger la pista que nos lleva al Jito de
Escarandi, con el último avituallamiento. Desde aquí a meta son quince
kilómetros, con un primer tramo rompepiernas. Sigo pasando a algún corredor más
y llego a la calzada del Caoru, una senda romana con muchas piedras y con una
bajada complicada porque suelen resbalar mucho. Sigo rodando cómodo y llego a
Arenas de Cabrales (140m) en 14 horas y nueve minutos y en top ten. No me lo
puedo creer. Acabé con muy buenas sensaciones, sin ningún tipo de carga
muscular y con una buena dosis de motivación para la próxima carrera (hasta que
me de otro jamacuco).
Así que he hecho dos carreras espectaculares. Ojalá no
cambien de filosofía. Si alguien me pregunta por cual me decidiría, no sería
fácil. El Cainejo es más “salvaje”, más agreste y me encanta ese tipo de
recorridos. Eso quizás le da un punto más a favor. Aunque este año La Travesera
fue dura por las condiciones que se dieron.
Pero son dos organizaciones geniales.