Ya sé que no escribo con la frecuencia de antes. No tengo ni
idea de por qué, quizás la edad, quizás la vagancia, quizás la desgana, quizás
que me importa un carajo todo este circo, pero bueno, hoy he decidido escribir de
nuevo sobre una carrera.
Ha pasado ya casi un mes de esta carrera. No lo pude hacer
antes porque me tuve que ir a Hawaii a otra competición (y de esta hablaré en
breve, que tiene morbo y es lo que se lleva ahora. En realidad es también para reflejar lo mucho
que tenemos aquí y lo poco que lo apreciamos).
Al grano. Desconocía la existencia de esta carrera hasta
poco antes de su celebración (a pesar de ser su segunda edición). Tal vez
debido a la aparición (y desaparición) de nuevas carreras que tanto está
ocurriendo ahora. Pero mi amigo Oscar (fotógrafo de Google) me puso en contacto
con ellos y probablemente por ser un recorrido nuevo para mí, acepté su invitación de ir a esta carrera. A
simple vista parece una carrera “normal”, como muchas que están proliferando
ahora, pero luego te das cuenta que es una carrera “pequeña” en cuanto a
números pero “grande” en cuanto a humildad y buen trato.
Pero lo mejor estaba por venir. Hoy en día hay muchas
carreras, casi todas buscando lugares bonitos, espectaculares, duros,… y al
final se terminan todas pareciendo, así lo que hizo de esta carrera algo
distinto (tenía los ingredientes anteriores) fue el tiempo.
Vamos a la descripción de como fue la carrera:
MONTE RANEDO TRAIL – LARIO – 30 ABRIL 2017
Distancia: 20km. Desnivel: 1200m positivos. Altitud máxima:
1895m
Lario (1136m) es un pueblo a la orilla del río Esla
perteneciente al municipio de Burón, y enclavado en la Montaña de Riaño y de
Mampodre en León.
A las 10:30 de la mañana estábamos colocados en la salida
frente a la casa del Parque de Valdeburón en Lario. Las previsiones del tiempo
habían sido bastante malas, de hecho el día anterior había estado nevando
bastante y hoy se presentaba parecido. Pero el tiempo nos dio una tregua,…muy
breve,… en la salida.
Subimos suavemente por unos prados que van paralelos a la
carretera que sube al pueblo de Polvoredo y en este tramo ya nos empezó a nevar
suavemente. Antes de llegar al pueblo cogimos una pista a mano derecha en
continuo ascenso que nos lleva a las faldas de la Peña del Prao de las Cortinas
(km 3,2 y primer avituallamiento).
Aquí dejó de nevar. A partir de este punto
cogemos una curva a la derecha y llegamos hasta los 1544m junto al Pico del
Fraile. Todo este tramo ya estaba nevado, al principio poca nieve, pero a
medida que subíamos por “las Hoyas” hasta la Cordillera de Pármede la nieve se
iba incrementando dejando un paisaje espectacular.
Una vez llegados a la cresta
teníamos que continuar por ella durante un kilómetro. Este terreno fue bastante
dificultoso y complicado por la cantidad de nieve que tenía y lo técnico que
era, muchos agujeros donde meter la pata… Desde aquí las vistas eran
alucinantes con todo el Mampodre nevado. Y así llegamos hasta la cota más alta
del recorrido: 1895m. El descenso fue, de nuevo, por nieve. No se veía senda
ninguna, pero fue muy entretenido hasta llegar al comienzo de un camino por
medio del bosque.
Aquí Sergio que iba conmigo en cabeza, se fue, junto con un
madrileño que nos dio caza. También nos acompañó Alvaro de Cordiñanes, que
subió como un tiro. El camino de Mirva-Rabanal continua bajando hasta llegar a
un observatorio donde hay otro avituallamiento. No dejamos el camino durante
2,5km hasta llegar a la altura de un refugio. Aquí nos meten por una “senda”
preciosa en medio del Monte de las Cogullas para salir al Pedroya, donde nos
empieza a nevar de nuevo. Este tramo es rompepiernas con una subida fuerte de
nuevo para llegar hasta el primer avituallamiento otra vez.
Aquí dejamos la
pista y giramos a la izquierda de nuevo al bosque por un camino forestal donde
podemos ver un chozo tradicional. Luego comienza a una dura bajada por el Monte
Ranedo hasta llegar hacia la Vega del Esla para encarar el tramo final por un
camino más ancho hacia Lario. Sergio va 100m delante de mí y el madrileño me
coge cien metros antes de la llegada por lo que entramos juntos.
Una carrera de cuento. Con su nieve, sus bosques de hayas,
de robles,…con buenos detalles para los corredores, con comida, con unos
voluntarios de 10 (el que estaba en la cumbre era para darle una medalla, con
la ventisca que se tuvo que tragar allá arriba), y sin hacer ruido. Me gustan
este tipo de carreras (que parece que ya están haciendo alguna más así, no
muchas pero parece que algunos quieren volver a los orígenes y abandonar toda
la parafernalia de este mundillo) y si no ocurre nada raro, el próximo año allí
estaremos.
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