ANDORRA ULTRA TRAIL – RONDA DELS CIMS – 6/7 JULIO 2012
Un año más se celebró la carrera más dura que existe en Europa -en una distancia similar-.
Este año iba con cierto aire de revancha, debido al abandono del año pasado. Le tenía ganas y psicológicamente mi cabeza no aceptaba otra derrota (aunque las circunstancias posteriores me la pusieron a prueba).
Como sabéis la distancia de esta carrera son 170 kilómetros y el desnivel acumulado ya ni me acuerdo (pero os aseguro que es mucho!!!), ya que se rodea el país por completo pasando por la mayoría de sus cumbres más altas.
Son las 8 de la mañana del viernes día 6. Estamos en Ordino cerca de 300 corredores que vamos a afrontar la distancia más larga de las diversas pruebas que existen. Allí estamos “viejos amigos y rivales” para “pelearnos” en la carrera y después tomarnos unas cervezas juntos mientras debatimos todos los pormenores de la carrera. Me gusta este ambiente. Entre estos “amigos-rivales” están Oscar y el alemán Ulrich, a priori dos de los favoritos.
Y salimos. Como es mi costumbre, y me imagino que la de la mayoría, cada uno viene a hacer su carrera, sin mirar para nadie, ni para adelante, ni para atrás. Lo único que tenemos que mirar es donde ponemos los pies y dónde están las banderitas (Y yo cada vez más, que me estoy haciendo mayor).
Me encuentro cómodo y voy tirando. Me siguen Oscar y Ulrich. En un principio parece que se quedan, pero son sólo unos metros. Oscar me dijo después que los primeros kilómetros los pasó fatal. Ulrich se iba quedando un poco más rezagado. Y así continúa la carrera, con sus duras subidas y bajadas. No recuerdo exactamente en qué kilómetro sería, probablemente el 35, en un cresteo de roca que hay antes de llegar al refugio que está en la base del pico Comapedrosa, tengo una caída, como muchas de las que nos ocurren, pero que algunas tienen más repercusiones que otras. En este caso, me tocó la mala. Creí que se me había acabado la carrera y estaba desesperado. Mi mano chocó contra las piedras y un dedo se me torció con una herida abierta. Creí que lo había roto, pues el dolor era insoportable y sangraba bastante. Además también tenía otra herida en la palma de la mano, en el codo y en la rodilla. Bonito panorama. Aún así continuamos, pues había un control muy cercano, pero ahí sólo me pudieron lavar la herida. Así que tuve que continuar hasta el refugio de Comapedrosa. Aquí ya me hicieron una cura, me pusieron un fuerte vendaje inmovilizador en el dedo y en la mano. Al parecer no estaba roto, sino que tenía una luxación. Parecía el dedo de ET. No sabía si podría aguantar, no sólo el dolor, sino el propio vendaje que me restaba movilidad y no me dejaba agarrar los bastones con fuerza. Pero es que además todavía me quedaban 135 km……Menudo panorama!!!
Aún así sigo tirando subiendo Comapedrosa. Arriba hay bastante niebla, pero no he llegado a la sensación de tener frío. Desde aquí nos vamos alternando Oscar y yo, vuelta a subir, venga a bajar, incluida la considerada más dura bajada que hay desde el Bony la Pica hasta La Margineda.
Lo más curioso es que, a pesar de todo, nos decían que íbamos en tiempos mejores que el año pasado. Me di cuenta, porque el año pasado hacia el kilómetro 75 ya se nos hizo de noche, y este año casi llegamos a Sant Julia de día (kilómetro 90). Y otro nuevo incidente. Voy a coger la frontal del bolsillo de la mochila y Oscar me dice que está encendida. ¿Quéee? Pero que listo… Pues sí, parece que en algún momento de la carrera al coger algo debí pulsar el botón de encendido, pero es que además debió de ser al principio de la carrera, porque la frontal ya no iluminaba prácticamente nada. Hala majo, cambia pilas.
Y seguimos. Y mi estómago me empieza a tocar las narices. Llegamos a un refugio, uno que hay antes del Col Bou. Intento comer un sándwich y no hay manera. Estoy cinco minutos para comer un solo bocado, que termino vomitando después. Y el “cabrón” de Oscar se lo zampa en un santiamén. A partir del kilómetro 110, más o menos, ya no me encuentro todo lo bien que quería. Así que Oscar se va. Aunque a veces me comenta de ir juntos, pero es ridículo. No puedo. Aunque algún kilómetro más tarde llego a verlo, pero bastante tengo con poder seguir mi ritmo.
No recuerdo el nombre, pero en un collado hay una bifurcación. Por un lado va la Ultra Mitic y por otro la Ronda dels Cims. Pues me hago un lío. Retrocedo y vuelvo a mirar bien las flechas. Y bajo hacia un valle. Pero voy atormentado. No tengo ni idea si voy por el buen camino. No sé si estoy en la Ronda o en la Mitic. Apenas hay banderas. Bueno, si las hay, pero están casi todas en el suelo y no las ves hasta que estás encima. De día, con un poco de atención, puedes seguir, pero a quien le toque pasar por aquí por la noche, lo tendrá jodido.
Llego al Col de Isards, desde donde se baja a Pas de la Casa. Coño, tengo Pas de la Casa a tiro y no veo por dónde narices ir. Ni una sola marca. Tiro por el camino de la derecha. Error. Retrocedo para buscar alguna bandera. Nada. Bajo por una senda por el fondo del arroyo. Nada de nuevo. Vuelvo a retroceder. Y así media hora. Al final, a saco directo hacia Pas de la Casa. (Luego me entero que a Oscar le pasó lo mismo). Lo comunicamos a la organización y parece que subieron a solucionarlo, pues el resto de corredores ya no tuvieron ese problema. Intento comer algo en Pas. Imposible. No me entra nada. Y me quedan todavía 40 kilómetros con tres duras subidas y bajadas. Desde Pas de la Casa hay que seguir bajando todavía y luego subir hacia el Pas de les Vaques. Bueno, esta bajada y la mitad de esta subida son un auténtico calvario, o peor aún, un auténtico coñazo. No por la dureza, sino por el terreno. No hay senda. Hierba alta, con hoyos, donde casi no ves donde pones los pies. No se puede correr. Así hasta llegar a una pista, que supone una bendición.
Me sigo arrastrando. Ahora ya sé que la acabaré. De una manera u otra, coma o no, me dejaré llevar como un zombie. Voy con el automático. Todavía sé que me queda la peor subida de todas, el Col de Munieres o como se llame. Nosotros lo llamamos “el 8.000”. Porque como llegues tocado ahí te va a dar un castañazo que parece que estés subiendo, pues eso, un ocho mil. Y sí, cuando llegas arriba ya te dicen que lo tienes chupado, que ya está hecho, que ahora es todo para abajo. Me cago en la leche. Se agradecen los ánimos (desde luego los voluntarios y la organización de esta carrera han sido geniales), pero es que las piernas van tocadas, y la bajada es dura. Son dieciocho kilómetros interminables, con una primera parte técnica. Pero es que luego, la carretera y la pista son un sufrimiento. No acaba nunca. Faltando cinco kilómetros me está esperando mi amiga Susana. Me acompaña hasta meta y así este tramo se hace más llevadero, dentro de lo que cabe. Y por fin llegas a tu destino. Después de 31 horas y media lo he logrado. Por fin puedo hacerle a la carrera el signo del pajarito. Es que el dedo lesionado es el del medio, el corazón, y me viene que ni pintado para tal ocasión.
RESUMEN
Esta puede haber sido otra carrera cualquiera más. Pero no. No sólo vienes a correr. A veces descubres personas maravillosas. O ves que personas maravillosas lo son todavía más. Así que señores sponsors y patrocinadores en general, tenéis a una persona ahí, sin NADIE que le apoye, que no sólo gana carreras, que a nivel comercial es importante, que no sólo es un BUEN corredor, sino que es un GRAN corredor. Después de ganar la Ronda dels Cims, con la paliza que supone, el domingo se levanta pronto para participar en la Solidari Trail. Y no sólo eso, sino que tal y como está la situación económica actual, dona la mitad del premio a esta organización. Por si no lo conocéis se llama OSCAR PEREZ.
Un año más se celebró la carrera más dura que existe en Europa -en una distancia similar-.
Este año iba con cierto aire de revancha, debido al abandono del año pasado. Le tenía ganas y psicológicamente mi cabeza no aceptaba otra derrota (aunque las circunstancias posteriores me la pusieron a prueba).
Como sabéis la distancia de esta carrera son 170 kilómetros y el desnivel acumulado ya ni me acuerdo (pero os aseguro que es mucho!!!), ya que se rodea el país por completo pasando por la mayoría de sus cumbres más altas.
Son las 8 de la mañana del viernes día 6. Estamos en Ordino cerca de 300 corredores que vamos a afrontar la distancia más larga de las diversas pruebas que existen. Allí estamos “viejos amigos y rivales” para “pelearnos” en la carrera y después tomarnos unas cervezas juntos mientras debatimos todos los pormenores de la carrera. Me gusta este ambiente. Entre estos “amigos-rivales” están Oscar y el alemán Ulrich, a priori dos de los favoritos.
Y salimos. Como es mi costumbre, y me imagino que la de la mayoría, cada uno viene a hacer su carrera, sin mirar para nadie, ni para adelante, ni para atrás. Lo único que tenemos que mirar es donde ponemos los pies y dónde están las banderitas (Y yo cada vez más, que me estoy haciendo mayor).
Me encuentro cómodo y voy tirando. Me siguen Oscar y Ulrich. En un principio parece que se quedan, pero son sólo unos metros. Oscar me dijo después que los primeros kilómetros los pasó fatal. Ulrich se iba quedando un poco más rezagado. Y así continúa la carrera, con sus duras subidas y bajadas. No recuerdo exactamente en qué kilómetro sería, probablemente el 35, en un cresteo de roca que hay antes de llegar al refugio que está en la base del pico Comapedrosa, tengo una caída, como muchas de las que nos ocurren, pero que algunas tienen más repercusiones que otras. En este caso, me tocó la mala. Creí que se me había acabado la carrera y estaba desesperado. Mi mano chocó contra las piedras y un dedo se me torció con una herida abierta. Creí que lo había roto, pues el dolor era insoportable y sangraba bastante. Además también tenía otra herida en la palma de la mano, en el codo y en la rodilla. Bonito panorama. Aún así continuamos, pues había un control muy cercano, pero ahí sólo me pudieron lavar la herida. Así que tuve que continuar hasta el refugio de Comapedrosa. Aquí ya me hicieron una cura, me pusieron un fuerte vendaje inmovilizador en el dedo y en la mano. Al parecer no estaba roto, sino que tenía una luxación. Parecía el dedo de ET. No sabía si podría aguantar, no sólo el dolor, sino el propio vendaje que me restaba movilidad y no me dejaba agarrar los bastones con fuerza. Pero es que además todavía me quedaban 135 km……Menudo panorama!!!
Aún así sigo tirando subiendo Comapedrosa. Arriba hay bastante niebla, pero no he llegado a la sensación de tener frío. Desde aquí nos vamos alternando Oscar y yo, vuelta a subir, venga a bajar, incluida la considerada más dura bajada que hay desde el Bony la Pica hasta La Margineda.
Lo más curioso es que, a pesar de todo, nos decían que íbamos en tiempos mejores que el año pasado. Me di cuenta, porque el año pasado hacia el kilómetro 75 ya se nos hizo de noche, y este año casi llegamos a Sant Julia de día (kilómetro 90). Y otro nuevo incidente. Voy a coger la frontal del bolsillo de la mochila y Oscar me dice que está encendida. ¿Quéee? Pero que listo… Pues sí, parece que en algún momento de la carrera al coger algo debí pulsar el botón de encendido, pero es que además debió de ser al principio de la carrera, porque la frontal ya no iluminaba prácticamente nada. Hala majo, cambia pilas.
Y seguimos. Y mi estómago me empieza a tocar las narices. Llegamos a un refugio, uno que hay antes del Col Bou. Intento comer un sándwich y no hay manera. Estoy cinco minutos para comer un solo bocado, que termino vomitando después. Y el “cabrón” de Oscar se lo zampa en un santiamén. A partir del kilómetro 110, más o menos, ya no me encuentro todo lo bien que quería. Así que Oscar se va. Aunque a veces me comenta de ir juntos, pero es ridículo. No puedo. Aunque algún kilómetro más tarde llego a verlo, pero bastante tengo con poder seguir mi ritmo.
No recuerdo el nombre, pero en un collado hay una bifurcación. Por un lado va la Ultra Mitic y por otro la Ronda dels Cims. Pues me hago un lío. Retrocedo y vuelvo a mirar bien las flechas. Y bajo hacia un valle. Pero voy atormentado. No tengo ni idea si voy por el buen camino. No sé si estoy en la Ronda o en la Mitic. Apenas hay banderas. Bueno, si las hay, pero están casi todas en el suelo y no las ves hasta que estás encima. De día, con un poco de atención, puedes seguir, pero a quien le toque pasar por aquí por la noche, lo tendrá jodido.
Llego al Col de Isards, desde donde se baja a Pas de la Casa. Coño, tengo Pas de la Casa a tiro y no veo por dónde narices ir. Ni una sola marca. Tiro por el camino de la derecha. Error. Retrocedo para buscar alguna bandera. Nada. Bajo por una senda por el fondo del arroyo. Nada de nuevo. Vuelvo a retroceder. Y así media hora. Al final, a saco directo hacia Pas de la Casa. (Luego me entero que a Oscar le pasó lo mismo). Lo comunicamos a la organización y parece que subieron a solucionarlo, pues el resto de corredores ya no tuvieron ese problema. Intento comer algo en Pas. Imposible. No me entra nada. Y me quedan todavía 40 kilómetros con tres duras subidas y bajadas. Desde Pas de la Casa hay que seguir bajando todavía y luego subir hacia el Pas de les Vaques. Bueno, esta bajada y la mitad de esta subida son un auténtico calvario, o peor aún, un auténtico coñazo. No por la dureza, sino por el terreno. No hay senda. Hierba alta, con hoyos, donde casi no ves donde pones los pies. No se puede correr. Así hasta llegar a una pista, que supone una bendición.
Me sigo arrastrando. Ahora ya sé que la acabaré. De una manera u otra, coma o no, me dejaré llevar como un zombie. Voy con el automático. Todavía sé que me queda la peor subida de todas, el Col de Munieres o como se llame. Nosotros lo llamamos “el 8.000”. Porque como llegues tocado ahí te va a dar un castañazo que parece que estés subiendo, pues eso, un ocho mil. Y sí, cuando llegas arriba ya te dicen que lo tienes chupado, que ya está hecho, que ahora es todo para abajo. Me cago en la leche. Se agradecen los ánimos (desde luego los voluntarios y la organización de esta carrera han sido geniales), pero es que las piernas van tocadas, y la bajada es dura. Son dieciocho kilómetros interminables, con una primera parte técnica. Pero es que luego, la carretera y la pista son un sufrimiento. No acaba nunca. Faltando cinco kilómetros me está esperando mi amiga Susana. Me acompaña hasta meta y así este tramo se hace más llevadero, dentro de lo que cabe. Y por fin llegas a tu destino. Después de 31 horas y media lo he logrado. Por fin puedo hacerle a la carrera el signo del pajarito. Es que el dedo lesionado es el del medio, el corazón, y me viene que ni pintado para tal ocasión.
RESUMEN
Esta puede haber sido otra carrera cualquiera más. Pero no. No sólo vienes a correr. A veces descubres personas maravillosas. O ves que personas maravillosas lo son todavía más. Así que señores sponsors y patrocinadores en general, tenéis a una persona ahí, sin NADIE que le apoye, que no sólo gana carreras, que a nivel comercial es importante, que no sólo es un BUEN corredor, sino que es un GRAN corredor. Después de ganar la Ronda dels Cims, con la paliza que supone, el domingo se levanta pronto para participar en la Solidari Trail. Y no sólo eso, sino que tal y como está la situación económica actual, dona la mitad del premio a esta organización. Por si no lo conocéis se llama OSCAR PEREZ.
Impresionante lo tuyo Salva. Enhorabuena.
ResponderEliminarEnhorabuena Salva, eres un Grande de esto.
ResponderEliminarEstuvimos hablando en el hotel de como ibais a saco de noche con los frontales. Suerte en tu próxima cita de Bielorrusia.
A ver si nos vemos el año que viene de nuevo en Andorra.
Fernando.
Un placer volver a verte. Y sí, ya veo que te estás haciendo viejo, "cab...". Un grande. Cuídate y sé feliz.
ResponderEliminarEnhorabuena a dos GRANDÍSIMOS AMIGOS.
ResponderEliminarOs echaremos de menos en Canfranc.
Enhorabuena Salva, cuando se te lee que sufres te das mas cuenta del valor de las cosas que haces. Un fuerte abrazo. Javier.
ResponderEliminarTu cronica es de ordago ,pero la parte final es increible , me quito el sombrero , y ahora em doy cuenta aun mas que antes que tu codigo es Fuerza y Honor, que grande poder decir que soy amigo de Salva Calvo, un abrazo.
ResponderEliminarJaume Terés
Imresionante Salva, corres esta salvajada y luego te veo ganar en la vuelta al Aneto al siguiente mes. No te conozco personalmente y no sabia de tus proezas porque soy bastante novato en este mundo, te conoci en Benasque cuando subistes al podium ya que un servidor participo en la vuelta al aneto y fui a ver la entrega de trofeos.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu cronica, sobretodo por el maravilloso final describiendo los valores que posee tu amigo Oscar, en este mundo que se ha creado tan competitivo, de ganar a consta de todo, da gusto leer cosas asi.
Por eso es un honor para mi poder participar con vosotros en estas duras pruebas y una satisfaccion poder aprender de vuestros valores deportivos.
Un saludo desde Alcoy y suerte en tus proximos retos Salvador