TRANS GASPESIA 2014 (CANADA)
Se trata de una carrera de 260 km, en autosuficiencia, 6
etapas en 7 días, en la península de Gaspé, dentro del Parque Nacional de la
Gaspesia.
Me resulta curioso, que cuando participas en una carrera,
pues eso, casi todo se centra en la carrera. Pero cuando vas a correr fuera,
hay otros factores, otras cosas, muy interesantes. Por ejemplo, volar a Canadá.
Parece fácil, compras el billete y vuelas. ¡Ja!
Normalmente siempre buscas el vuelo más barato y te pasas
los días buscando vuelos a ver si bajan, si, si…Luego buscas la ciudad más
cercana a la que se pueda volar. En este caso era Gaspé. Pero volar de Madrid a
Quebec (15 horas con escala y que es la ciudad más importante de esa zona)
tenía prácticamente el mismo precio que volar de Quebec a Gaspé (una hora
quince minutos). Y además como la organización nos ofrecía la posibilidad de ir
a buscarnos en coche, bien a Quebec, bien a Montreal, decidí volar a Gaspé. De
lo que no me di cuenta al comprar el billete es que el vuelo hacía escala en
Philadelphia (EEUU) seis horas. No por el tiempo, sino por el destino. Volar a
EEUU, aunque no sea destino final y estés sólo en tránsito, te obliga a sacar
la ESTA (vamos, un visado que te vale por dos años y que cuesta una pasta el
puto papelito). Y sin él no vuelas.
Pero como el tiempo de la escala era amplio y cuando esto
ocurre, siempre hago lo mismo, para evitar que te “saqueen” en el aeropuerto
por comer una mierda de sándwich vegetal por seis euros, siempre me hago en
casa mi comida favorita: un superbocadillo de tortilla de patatas con cebolla y
pan de centeno y me lo llevo. Y hasta ahora sólo me lo han quitado una vez en
los controles. Porque no sabéis los controles que hay que pasar en EEUU (el
mismo día que volé yo pusieron uno nuevo: debes llevar teléfonos, portátiles,
etc con la batería cargada, de lo contrario allí se puede quedar)…. Así que voy
pasando controles sin problemas y por fin entro. Llego a la zona 1 del
aeropuerto de Philadelphia, pero mi vuelo a Quebec sale de la zona 6. Como aún
me quedan casi cinco horas decido ir andando para estirar las piernas y
llegando a la zona 3 leo en un cartel que si sigo por ahí debo pasar otro
control, excepto si cojo un bus exterior que me llevaría directamente a la zona
6. Coño, pienso, a ver si ahora que he pasado todos esos jodidos controles me
van a levantar el bocata en el último, así que al autobús.
Otra cosa que hace que te tomes las cosas con calma es leer.
Y en estos viajes tan largos y con tiempos de espera también tan largos puedes
leer mucho. Y me llevé dos libros que me habían aconsejado: “el abuelo que
saltó por la ventana y se largó” y “el arte de no amargarse la vida”. Joerrr
qué bien me lo pasé leyendo estos libros y que bien me vienen para reírme de mi
propia sombra.
Y llegué a Quebec sobre las diez de la noche. Allí había
reservado habitación en un hotel con mi colega Christophe le Saux, que había
llegado un poco antes, y al día siguiente iban a buscarnos.
Teníamos que ir de Quebec a Gaspé. ¡¡¡Casi nueve horas de
coche!!!, pero así vemos el paisaje y hacemos turismo. La provincia de Quebec
es mayor que España y tiene siete millones de habitantes, así que imaginaros lo
desperdigado que está todo. Llegamos a Gaspé y al día siguiente ya empezaba “el
baile”. Revisión completa de equipaje y alimentación:
Y salida para el primer campamento al día siguiente. Nos
asignaron tiendas en las que estábamos cinco corredores en cada una. Por cierto
había más corredoras que corredores. Es la primera vez que lo veo y ojalá no
sea la última. Así que tuve suerte y me tocaron tres chicas y un chico. Algo
que también me vino muy bien, pues como sabéis Quebec es una provincia
francófona y se habla, obviamente francés, pero también venían de Canadá (y de
otros países) que no hablan francés, así que pude volver a practicar de nuevo
el francés (no penséis mal), junto con el inglés. Al final terminaba hablando
“Frenchglish”.
Vamos a la carrera. Eran seis etapas en siete días porque
hay una etapa larga en la que dan dos días para terminarla. En esta zona y en
esta época amanece a las cinco de la mañana y oscurece sobre las nueve y la
temperatura es bastante agradable. No hace mucho frío, pero tampoco excesivo
calor. La mayoría de las etapas estaban programadas para salir a las seis de la
mañana.
Primera etapa: 37,5 km y tres avituallamientos .Que, por
cierto, era mi cumpleaños. ¡Cómo mola pasar así un cumpleaños! Agradezco a
todos los que me felicitaron, pero estaba en carrera, completamente
desconectado y aislado, así que no pude contestar
Christophe y yo habíamos visto el perfil y la distancia de
la carrera. Calculábamos hacerla entre cuatro y cinco horas, ¡¡¡zas, en toda la
boca!!!. Desconocíamos si vendrían más “gallos”, aunque siempre aparece alguno.
De hecho en la web figurábamos cinco favoritos, pero yo sólo conocía a
Christophe. Y comenzamos a correr, bueno, lo intentamos, porque correr por esas
sendas se hacía harto difícil y no por los desniveles, sino por el terreno. Eso
sí, la senda muy bien marcada, de hecho, se trata de la Apalachian Trail, una
senda internacional, pero técnica, muy técnica, con multitud de raíces, muy
irregular, inclinada, piedras, agua, barro, vamos que teníamos de todo lo que
nos gusta. Lo que no nos esperábamos era que iba a ser todo así. Y no solo eso,
sino que cuando comenzaron los desniveles, las subidas fuertes, era más de lo
mismo. Llegamos al primer control y no habían llegado, si al segundo, pero
tampoco habían llegado al tercero cuando pasamos Christophe y yo por allí.
Tampoco nos importaba mucho, porque sólo te dan agua y de
esa ya teníamos bastante por el camino. Total, que nos fuimos a las siete horas.
Eso sí, el recorrido espectacular, es Canadá. Bosques interminables, lagos
inmensos, ríos, cascadas,… En la imagen de abajo se ve una vista aérea de una
parte de la carrera por donde pasamos:
Segunda etapa: 41 km en el road book, 52 km reales. Cuatro
checkpoints
Esta etapa fue curiosa y, quizás la más espectacular. Los
primeros compases de la etapa fueron similares a la anterior. Sendas
alucinantes, duras con paisajes espectaculares
También había, lógicamente, algún tramo más “corrible”, pero
en general la tónica fue esa. Eso, y que subiendo al primer pico nos pilló una
tormenta y un aguacero, bueno, realmente fue ya bajando. Aquí hay muchos tramos
en los que ponen tablones para seguir la senda (en casi todo el recorrido de
todas las etapas los había), pues pasan por zonas muy encharcadas: z
Lo
curioso de esta etapa es que en el road book que nos dieron figuraban 41km
(después, en realidad fueron 52km). Cuando llegamos al último control,
preguntamos por lo que nos quedaba. Primero una chica nos dice que 20km,…vamos,
ni de coña, con lo que llevamos hecho es imposible (todo, pensando que eran
41km), luego otro chico nos dice que 10km, cuatro por senda con toboganes y una
subida fuerte y seis kilómetros para abajo hasta llegar a meta. Y allá nos
vamos. Senda, senda, senda,…coño con la senda, y por fin comienza la subida,
luego una bajada para subir de nuevo a un Plateau, que nos habían dicho que era
la única zona donde no había árboles. No nos lo creemos, llevamos dos horas
para hacer cuatro kilómetros!!!! No puede ser. Tenemos que llevar bastantes
más. Pero bueno, estamos arriba y comienza la bajada, fuera peso y agua al garete. Vaya bajada más técnica que
hay al principio, moles de piedras y rocas con un nevero a la derecha y una
cascada. Bajamos un par de kilómetros y de pronto….¡mierda!, si las marcas
giran noventa grados a la izquierda y miramos a la izquierda y hay un pedazo
muro del copón; ¡…pero no era todo para abajo…!. Pues no. Para arriba, con el
calor que hacía, sin agua, menos mal que había otra enorme cascada a la
derecha, pero nos quedaba algo separada. También había mucha gente subiendo y
bajando por aquí, pues está el pico más alto de la zona. Por suerte, a media
subida fluían arroyos con agua helada que me supo a gloria. Llegamos a la
cumbre y desde aquí sólo nos quedaban seis kilómetros en una fuerte bajada por
una senda para llegar a meta. ¡¡¡más de ocho horas para hacer 52 km!!!, y,
¡¡¡tres horas y media para hacer los veinte últimos!!!
Y esta etapa marcó un poco la carrera porque mucha gente
llegó de noche. Yo tuve que ir a buscar a un colega de tienda, Mark, porque le
había dejado la frontal a un voluntario y se le hizo de noche. Y bajar de noche
por la última senda resultaba complicado.
Esto hizo que la etapa del día siguiente la recortaran más
de veinte kilómetros. De sesenta y tres pasó a unos cuarenta.
Tercera etapa: 41 km (inicialmente programados: 63). Tres
check points.
En esta etapa ya salimos cinco corredores una hora más tarde
que el resto, debido a las diferencias de tiempo que había.
Pero el recorrido no se diferenciaba en nada de las etapas
anteriores. La diferencia fue que esta vez nos calló un buen chaparrón (en
realidad cayeron varios) que nos dejó calados y para colmo cien metros antes de
meta había que cruzar un río dos veces. Como recortaron la etapa, el resto de
la etapa nos llevaron en todo terreno hacia la playa(no de arena como las de
aquí; de hecho conté unas cuatro personas en la playa, no había más) para
dormir en las tiendas. Al día siguiente era la etapa larga.
Cuarta etapa: 76 km, siete check points.
Hoy salimos cuatro corredores dos horas más tarde que el
resto. El perfil era de continuo sube y baja. Se subía una colina, se bajaba a
un pequeño poblado, se volvía a subir, se volvía a bajar…pero esta vez todo por
pista y caminos, salvo un pequeño tramo. Nos volvimos a ir Christophe y yo en
solitario (como lo habíamos hecho en todas las etapas anteriores). Llegando al
penúltimo avituallamiento??? Vemos las marcas (banderas rosas y cintas rosas)
que nos desvían a una senda, la bajamos unos cuatrocientos metros y llegamos a
una especie de casetas y…se acaban las marcas. Busca, rebusca, vuelve a buscar,
arriba, abajo,…ni una marca. Subimos de nuevo, vemos claramente las banderas y
cintas, volvemos a bajar,…nada de nada. Y pensamos,… a que es este el lugar que
tienen preparado para dormir los que lleguen tarde y por eso está el desvío…Subimos
a la pista y en ese momento llega un vehículo de la organización; era el
control, uuufffff. Pero con ese tiempo perdido se nos acercó el australiano
Grant (aunque en realidad tampoco suponía una amenaza pues estaba ya a más de
tres horas), pero Christophe no paró a avituallar. Yo no tenía agua y tuve que
rellenar. Christophe se fue. Me dijeron que aún quedaban veinte kilómetros y si
del último control a meta sólo había seis kilómetros, como nos dijeron, pues
haz cálculos… catorce hasta el siguiente; y me puse a correr para cazar al
francés y de repente…llego al último control. Coño, si no llevaba ni cincuenta
minutos, no es posible. Es igual, me dicen que Christophe va a dos minutos, que
quedan cinco kilómetros de carretera una subida de dos y otra bajada dos.
Aprieto, le cazo y sigo corriendo y,…no veo ni un puto banderín. Una carretera
en obras, pregunto a los obreros si han visto marcas, nada. Paro a los coches y
les pregunto lo mismo, nada de nada. Joder, me he perdido. ¿Y qué coño hago
ahora, si no sé dónde diablos está la meta? Y paro un coche y le digo que me
lleve para atrás. Cuando llevo casi un par de kilómetros me encuentro al
australiano corriendo por la carretera, paro, me bajo y le pregunto si vamos
bien. El me dice que la meta está después de las obras, según le dijeron en el
último avituallamiento. Seguimos juntos y en un collado vemos, por fin,
banderines rosas. Seguimos bajando y de pronto…la policía que nos para. Que no
es por ahí, que “the camp is on the top”. Pero que coños me dices, si estoy
viendo las marcas y los banderines. Que la organización le ha dicho que el
campamento está en lo alto de la colina. Que no, coño, que las marcas son
estas. Y baja como una exhalación un coche de la organización para decirnos,
que efectivamente, la meta está en la colina. ¡Hala!, para arriba de nuevo, y
allí estaba Christophe, y yo con media hora de retraso. Pero es que los tres
siguientes corredores también se perdieron e hicieron lo mismo que yo, hasta
que por fin, marcaron bien el desvío. Nada, un rato de cabreo, porque además te
dicen que si no corriéramos tan rápido (ya sé que lo dicen con buena intención,
pero cuando vas a competir,…vas a competir). Y si quieren que corramos más
despacio, pues nada, la próxima etapa iremos de tranqui. Pero a los pocos
minutos, me viene a la memoria el libro de Santandreu y ¡qué narices! a
disfrutar de la panorámica, que además he venido invitado y a comer frambuesas,
que hay un montón alrededor. Y la etapa siguiente, pues a correr como un
cabrón, porque cuando llevas la competición en las venas, eso no hay quien lo
pare. Además teníamos un día de descanso, pues la etapa la hicimos en unas diez
horas.
El día siguiente lo aprovechamos para bajar a un pequeño
pueblo, donde se nos dio carta blanca a todos. Así que aprovechamos para comer
como dios manda y variar esa comida en polvos de la que terminas hasta las
narices.
Quinta etapa: 45 km, cuatro check points
Como en la etapa anterior nos salimos un poco del parque, en
esta entramos de lleno en él. Y era la zona más propicia para encontrarnos con
osos, caribús, mooses (alces),
…así que el director del parque nos dio unas recomendaciones
y nos pusieron un cascabel a todos los corredores (para espantar a los
animalitos; creo que los osos no son amorosos; y los caribús tampoco). Eso sí,
la noche estuvo lloviendo sin parar y el día amaneció igual, por lo que nos
tocó una etapa en la que creo que no paró de llover ni dos minutos, lo que la
convirtió en una etapa divertida por el barro, el agua, las raíces, volviendo a
los orígenes de las primeras etapas. Los últimos seis kilómetros transcurren
por una senda con un enorme acantilado a tu derecha, con alguna bajada al mismo
y desde donde puedes ver, con suerte, focas, ballenas,… La meta estaba en un
lugar espectacular: un faro en una estrecha península con unos enormes
acantilados. La pena fue el tiempo, que aunque me vino muy bien para correr, no
lo fue tanto para disfrutar el paisaje.
Y queda la última etapa, la guinda de la carrera: 12 km (en
realidad serían 8 km).
Como podéis ver en la foto, se trataba de rodear la isla de
Buenaventura y de Rocher Percé. Pero claro, había que llegar hasta la isla y
todavía no se han inventado zapatillas que corran por encima del agua. Así que
nos trasladaron, primero en bus hasta el puerto de Percé y luego en barco hasta
la isla; pero antes nos dieron una vuelta en barco rodeando la isla donde se
veían caer cascadas directamente al mar
o focas, ballenas (esta vez si que pudimos verlas),… impresionante.
Esta etapa nos la tomamos con calma. Salimos tranquilos,
formamos dos grupos, pero siempre puede aparecer alguna sorpresa, y esta vez me
tocó a mí. A dos o tres kilómetros de meta, la chica que iba delante de mí
(María) empezó a agitar los brazos, a sacudirse,…que narices le está pasando…,
y de repente noto un picor como un mordisco en la cara, en el pie…tres avispas
me picaron en el pie y una en la cara.
Parecía que me había puesto botox en la cara (mira tú, una
manera gratis de quitarte las arrugas). Bueno, al final llegamos casi todos
juntos, abrazos, medallas y contentos. Al final nos tenían preparados unos
buenos canapés (como no, la mayoría con salmón, y del bueno)
De todas las carreras por etapas que hecho, esta me ha
llamado la atención por su dureza. No quiere decir que las otras no lo hayan
sido, pero, en general, la mayoría de este tipo de carreras siempre se hacen
por un terreno propicio para correr, con muy poco desnivel y donde la mayor
dificultad se encuentra en la temperatura. Este, en cambio, lo fue por la
orografía. No me esperaba algo así y me sorprendió gratamente. Una buena
organización con pequeños fallos subsanables
Canadá es, pues eso, lo que vemos en los documentales.
Inmenso, todo bosque, lagos,…pero si hay algo que me causó impresión de este
país, no fue sólo su naturaleza, sino algo de lo que tenemos mucho que aprender:
EDUCACION. No sé, quizás será que el país tiene veinte premios Nobel y les
importa un carajo el fútbol (el deporte nacional del país es el hockey sobre
hielo y el lacrosse (que seguramente la mayoría no tienen ni idea de lo que es:
dos equipos que usan un palo con una red
en la parte superior y una pelota de
goma). Durante todo el recorrido, y
digo todo, no vimos ni un solo papel, ni una botella, ni nada de nada en el
suelo. Y hay cientos de senderos y cientos de kilómetros, todos bien marcados
(vamos igualito que en León!!!). Pero es que, además, el director del Parque y
los guardas nos acompañaron varias etapas. Y cenaron con nosotros (por suerte,
a mi lado) y pudimos tener una buena conversación. Entre otras cosas,
lógicamente, hablamos de carreras. En Canadá (al menos en esa zona) la participación
está abierta a todos los corredores, vamos que pueden participar cientos de
ellos en cualquier carrera, sin restricción (no sé qué pasaría si fueran miles
y miles, pero como eso todavía no ha ocurrido, y dudo que ocurra, pues a
esperar). Evidentemente eso provoca que haya turismo, que vaya gente y que los
pueblos puedan sobrevivir o tener alguna ayuda extra. Repito: TODAS las sendas
bien marcadas. Y es un parque nacional. Pero las restricciones están donde no
están las sendas. ¿Habéis ido a Picos a ver cómo están las sendas? La mitad
perdidas, el otro 25% medio perdidas,…¿y el turismo para esos pueblos??? Pues a
Pirineos, Alpes, Cárpatos, Andes,…Y que no me vengan ahora a decir, que mejor
así, que así no se masifica. Si tú vivieras en Caín o en Cordiñanes,…¿pensarías
lo mismo? ¿Habéis viajado a Nepal? ¿Sabéis cuanta gente que antes malvivía del
campo, han montado lodges (o cualquier otro negocio), porque eso les da una
mejor calidad de vida? Ah, pero no, es mejor que no vaya gente, que no se masifique,
que sigan anclados en el siglo XVI, para que cuando vayamos nosotros (de
pascuas a ramos) podamos hacerles fotos en taparrabos, con su miseria y luego
volver a nuestra zona de confort.
Siempre te gustó más el francés que el griego (lo de los idiomas digo)
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