21 ene 2010

Rumania 2010

Después de hacer escala en el aeropuerto completamente nevado de Praga, cogemos el avión que nos lleva en menos de 2 horas a Bucarest y aquí empezamos a discutir el precio del taxi que nos debería llevar a Cabana Capra. Después de llegar a un acuerdo nos dirigimos a nuestro destino, pero 75 km antes, en un pueblo llamado Curtea de Arges, un indicador dice que está la carretera cortada y el taxista no quiere continuar. Le decimos que nos lleve hasta donde pueda y ya veremos que podemos hacer después. La carretera transcurre por una especie de desfiladero y ya se empieza a ver la nieve. Justamente cuando la carretera está cortada por casi medio metro nieve, llegamos a nuestro destino: Cabana Capra, después de casi cuatro horas de trayecto. Aquí estamos sólos. No hay nadie más en el “hotel”.
Día 1: Preparamos los esquís y decidimos intentar cruzar ya el primer día el macizo que separa la provincia de Arges de la de Sibiu. El hotel está a 1585 metros de altitud, por lo que tenemos que subir hasta algo más de los 2.200. Subimos por la carretera que tiene casi un metro de nieve y varias avalanchas. Después de tres horas llegamos a Balea Lac, al otro lado ya del macizo de los Fagaras. En una pequeña bajada se me rompe un esquí y me salta la fijación. Intentamos arreglarlo, pero el “alma” del esquí está rota. Decidimos dar la vuelta foqueando ya que así si podía desplazarme. Conseguimos llegar a un refugio, pero no tenían esquís ni material para arreglarlo y en la primera bajada fuerte terminó de romper el esquí y perderse los tornillos de la fijación. Subimos de nuevo al refugio y el guarda me prestó unas raquetas para terminar de bajar. Ya era de noche, por lo que tuvimos que hacer uso de las frontales para llegar.
Día 2: El guarda del refugio nos dijo que para hoy daban mal tiempo: nieve. Y no se equivocó. Amaneció nevando, con una fuerte ventisca que no te dejaba ver nada. Y en la carretera se había acumulado casi medio metro de nieve. Ante esta situación decidimos ponernos las zapatillas e intentar correr carretera abajo por la nieve. Por suerte la nieve era polvo y se podía ir relativamente cómodo. Después nos desviamos por una pista que nos llevaba hacia el pico Caltun, pero que nos fue imposible alcanzar ya que la pista se acabó y la nieve tapaba las marcas; además ya era imposible correr porque la cantidad de nieve acumulada en algunos sitios era excesiva para poder correr. Pero nos llevó todo el día y así lo aprovechamos para preparar nuestra próxima carrera el fin de semana que viene en Font Romeu (Pirineo francés).

Día 3: Hoy también amaneció nevando pero más suave y con algo más de visibilidad por lo que decidimos hacer una ruta que iba hacia el pico Podragu (2.462m). Había mucha nieve y peligro rojo de avalanchas. A medida que subíamos la visibilidad se hacía más escasa y hubo momentos de duda para seguir la ruta adecuada. Tras varias horas de subida conseguimos llegar al cordal a casi 2.200 metros, pero no veíamos la cara norte debido a lo cerrado que estaba. Además la cresta era muy expuesta, bastante vertical, que hacía imposible hacerla con esquís o raquetas. Sólo era posible andando, pero después de subir varios metros, la verticalidad de la pared, la visibilidad casi nula y el frío que teníamos en las manos nos hizo imposible continuar y tuvimos que dar la vuelta. De vuelta visitamos al guarda del refugio y nos comentó que para el día siguiente daban más nieve ¡!!!! Y nos invitó a hacer alguna actividad con él, bien escalada en hielo o intentar subir algún pico.

Día 4: El guarda no se equivocó y volvió a amanecer nevando, todavía más que el día anterior y con menos visibilidad. Así que decidimos subir a visitarle. El refugio se encuentra a 2.000 metros de altura y nos comenta que él en esas situaciones se queda en el refugio meditando, pero esta idea no nos atrae, mejor para la noche. Decide acompañarnos y en el trayecto que hay por la carretera se han producido grandes avalanchas que han taponado casi completamente los túneles que tienen previstos para este tipo de incidentes. En algunos hay más de cinco metros de nieve, pero conseguimos pasarlos por algún hueco que hay. Finalmente subimos a un collado llamado Lezerului, pero sin ninguna visibilidad. Bajamos a otro refugio de Salvamento de montaña donde otros guardas nos invitan a tomar un té caliente y frutos secos. Después decidimos dar la vuelta y se nos echa la noche encima y vuelta a utilizar las frontales. Conseguimos llegar al refugio, pero esta noche la pasaremos aquí.

Día 5: Mejor no mirar por la ventana. No ha parado de nevar. Cada vez hay más nieve y sigue sin poder verse nada. Ni tan siquiera las huellas que habíamos hecho los días anteriores. Bajamos a tientas, teniendo varias caídas porque no puedes ver con claridad el relieve del suelo. Aún así decidimos hacer un último intento y subir por otro valle hacia el pico Paltinului, siguiendo unas marcas azules que hay en piedras grandes o en árboles. No para de nevar pero la senda parece evidente hasta que el valle se bifurca. Conseguimos ver una marca en una roca y comienza una subida muy fuerte en la que después de subir durante un buen tiempo no conseguimos ver ninguna marca más y donde la nieve te llega en algunos momentos a la cintura. Es probable que nos hayamos equivocado, como luego pudimos comprobar, por lo que ante la hora que era decidimos dar la vuelta. Viendo como se presentaban los días y el estado en el que estaba la carretera decidimos adelantar un día la salida porque nos podíamos quedar allí incomunicados. Por suerte los coches en este país suben y bajan por cualquier sitio y nos consiguieron sacar de allí.

A pesar de no poder hacer lo previsto debido a los percances y a las condiciones meteorológicas, la experiencia ha sido muy buena ya que hemos estado en las montañas más escarpadas del país y hemos vuelto decididos a regresar de nuevo este verano para hacer los Carpatos Fagaras corriendo desde un extremo hasta el otro. Hemos hecho unos cálculos aproximados y creemos que en dos días sería posible. Ahí queda el reto.

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