7 ago 2015

TRANSKARUKERA

TRANSKARUKERA - ISLA DE GUADALUPE - ANTILLAS FRANCESAS
JULIO 24/25

TRANSKARUKERA 24-25 JULIO 2015
Hace aproximadamente un mes mi amigo Pablo Criado me sugiere y me propone que vaya a correr esta prueba que se celebra en la isla de Guadalupe (Antillas francesas). La organización correría con los gastos de viaje (París – Pointe a Pitre, ida y vuelta), alojamiento e inscripción. La verdad es que ofrecido así, es una tentación muy golosa. Pero como ahora debo compartir mi vida, tengo que consultarlo. Me gustaría que ella viniera conmigo. Así que escribo a la organización y me piden su curriculum. Se lo envío y al final aceptan que vayamos los dos. Genial.
Hablo con Pablo y con Nerea, que la hicieron el año pasado y leo sus crónicas. Me dicen que más que una carrera, es una aventura, que a mí me encantará ese tipo de “carrera”. Que, a pesar del calor y de la humedad que me voy a encontrar, que vaya protegido hasta las cejas, malla larga, guantes, gorra/o, etc, porque me voy a llenar de arañazos, cortes, picaduras, caídas,.. uf, no sé si no me estarán exagerando, pero viniendo de estos dos, me temo que no. Aun así, no me hago a la idea, pero está bien saberlo e intentaré hacerles algo de caso.
Me dicen que es un recorrido duro, con subidas y bajadas de vértigo a través de la selva, con mucho barro, pues es temporada de lluvias, cruce de ríos,…bonito panorama, creo que me gustará.
Así, el 21 de julio cogimos el vuelo desde Madrid a París, para desde allí, volar a Guadalupe. En París ya nos encontramos con otros corredores que iban a participar en las distintas pruebas que se celebran. Llegamos el mismo martes al aeropuerto de la capital, Pointe a Pitre, a final de la tarde, todavía de día (oscurece sobre las siete y hay seis horas de diferencia, en este caso, menos) y el calor y la humedad es lo primero que te “golpea” al cuerpo. Nos van a recoger y nos llevan a los bungalows que nos tienen asignados en Creol Iles, un lugar apartado en medio de la isla. Cenamos en el restaurante del bungalow, yo una ensalada de gambas y Nary pescado, una dorada. Para ser claros, una mierda. Media docena de hojas de lechuga y media docena de gambas que había que buscar con el microscopio (10€) y la dorada del tamaño de un ratón de ordenador (16€) (y pensar que en Ezequiel-Villamanín, por 13€ tienes que llevarte la comida que sobra en un taper, porque es imposible acabarla).
El miércoles 22 salimos a entrenar por los alrededores. El lugar no es nada del otro mundo, seguimos una carretera, un desvío a otra carretera con menos tránsito y llegamos a un camino donde había unas fincas con tomates, pimientos, pepinillos, como medio abandonado. No pudimos resistir la tentación de coger algunos. De vuelta, a la orilla de la carretera te encuentras con papayas, mangos y también recogemos algunos. Luego paramos en un pequeño supermercado y compramos comida para preparar nuestra comida y cena.
El jueves nos unimos al grupo de franceses, dos grupos, que había alquilado coches y nos propusieron acompañarlos. Fuimos a visitar la isla de Les Saintes, Fort Napoleón y terminamos dándonos un baño en la playa de Pain de Sucre.
El viernes fuimos a ver la cascada de, no recuerdo el nombre, Lezarde o como se llame. Está a unos diez minutos en coche desde donde nos alojamos. La senda para llegar está muy bien y te lleva unos diez o veinte minutos andando. La cascada también está bastante bien, incluso para darse un baño. Yo volví al bungalow para descansar, comer y preparar la mochila, y hacer un estudio del recorrido de desniveles y avituallamientos para concretar qué debo llevar,  pues esa noche empezaba la carrera. El resto se dirigió a ver otra cascada, pero que luego me dijeron que no tenía nada interesante y prácticamente nada que ver.

Según mi análisis de la carrera y sin tener ningún apoyo hay que tener cuidado especialmente con la hidratación. Hay avituallamientos que están separados hasta quince kilómetros, pero además hay que salvar mucho desnivel y un terreno muy enrevesado y técnico lo que te puede llevar hasta tres horas ir de un control a otro, eso con el calor y la humedad que hay, es para tenerlo en cuenta, muy en cuenta.

A eso de las cinco hago una merienda-cena. A las seis de la tarde vamos a Basse-Terre, que es donde está la salida de la carrera. El trayecto nos lleva casi una hora. En la salida coincido con otro corredor español, pero que vive y trabaja en la isla. Antes de la salida  hacen una presentación de todos los corredores. No somos muchos (a vuelta de hoja, meter aquí a muchos corredores y a muchos me refiero más de cincuenta podría tener consecuencias imprevistas, pero bueno, allá cada uno, somos libres de elegir. Yo me limito a dar mi opinión).
A Nary la llama el organizador, Gerard y le hace una propuesta. Ella correrá la prueba de 65km. Había un corredor que siempre corría esta prueba y siempre le apoyaba su mujer. Este año estaba inscrito también, pero su mujer enfermó y una semana antes falleció. A él le hubiera gustado correr y querría hacerlo de alguna manera simbólica, tanto él como su mujer fallecida, así Gerard le propuso a Nary correr con dos dorsales, el suyo y el de Jeremy y Gaelle (nombre del corredor y su mujer) a lo que ella aceptó y que, a la vez que le supuso un honor también le supuso una “responsabilidad”. Y cargar con dos geolocalizadores (que pesan casi medio kilo cada uno). Pues eso, que nos meten un geolocalizador, más que nada por si nos perdemos en la selva y nos tienen que ir a buscar, porque, como comprobaréis más adelante, estos aparatos nos dieron “sorpresas sorprendentes”.

La carrera tien 130km, un total de 9.538m positivos y la cumbre más alta a 1.372m (teniendo en cuenta que salimos a nivel del mar). Tiene 12 avituallamientos, pero ojo, algunos son eternos.

Y a las ocho de la noche dan la salida. Frontales encendidas, aunque los primeros kilómetros (dos aproximadamente) son por asfalto, y eso que a los ochocientos metros ya te hacen cruzar un río. Yo estreno una nueva frontal, la Fénix HP30. Es algo pesada, pero como las frontales siempre me han dado guerra, espero que alguna me salga bien. Y esta vez acerté. Tiene cuatro niveles. Yo fui todo el tiempo en el tercero, muy alto, sin llegar a recurrir al cuarto, super alto y me fue genial. Desde las 8 de la noche hasta casi las seis de la mañana y aún me quedaba media batería. Eso sí, la batería no se puede poner detrás de la cabeza, sino en algún bolsillo o colgante en la mochila o donde mejor os convenga. Yo la puse en el bolsillo lateral que tiene el portabidones del camelback y me fue perfecto.
A pesar del calor y la humedad yo salí con mallas piratas, medias de compresión, manguitos y guantes. Si a eso le añadimos la pedazo frontal, el super reloj (ya hablaré de él), el buff en la cabeza, las zapatillas de colores,….parecía un geyper man. Cojones, la ropa, los accesorios y complementos que hacen ahora lo hacen para que no llamemos la atención!!! O para que nos acribillen los mosquitos. Lo del reloj. Veréis, comprobé el número de abandonos de esta carrera. Conozco a algunos corredores de otras ediciones y me dijeron que es muy fácil perderse ya que el balizaje es escaso, muy escaso. De todas formas, Pablo me dijo que aunque es escaso, es evidente. Bueno, por si acaso me descargué el track en el reloj.
Sale la carrera. Cedric, un francés sale rapidillo. Bueno, yo de momento, puedo seguirle. En seguida nos damos cuenta que el balizaje es escaso porque tenemos dudas si vamos por la senda correcta o no, pero nos dejamos llevar y vamos bien. Llegamos al pueblo de Bourbeyre, no vemos marcas y Cedric pregunta a gente. No sé qué le dicen pero seguimos. Llegamos a un cruce y giramos a la derecha. Al cabo de un par de kilómetros un coche de la organización nos para y nos dice que es en la otra dirección. Pues para arriba (además cuesta arriba). Cuando llegamos de nuevo al cruce, acaban de pintar las flechas en la carretera (a buenas horas mangas verdes) y justo doscientos metros más arriba estaba el avituallamiento (km 16. Dos d’Ane). Seguimos en cabeza. En un kilómetro aproximadamente nos metemos en un río. Joder, pero es que no hay una puñetera senda y nos tienen que meter por el río, por dentro del río, así no se cuanto tiempo. Hay que sortear enormes piedras, agua, a veces hasta la cintura y por fin salimos a una senda. Comienza una dura subida hasta llegar al pico Nez Cassé y luego una técnica bajada hasta llegar al segundo avituallamiento de Beau Soleil. A partir de aquí comienza una durísima subida por una especie de canalillo de agua rodeado de vegetación con un desnivel fortísimo. Tanto que, a veces, hay que subir gateando y aun así resbalas muchas veces y otras veces la vegetación no te deja ver el suelo, que está lleno de agujeros y de agua. Por fin llegamos arriba y, a pesar de que hay algo de niebla y es de noche sigue haciendo calor. Luego comienza una bajada alucinante, de dejarte los pies, los dientes y la biblia en verso. Es muy difícil mantenerse en pie. Rocas, agua, barro, vegetación, con un fuerte desnivel. Aquí se me escapa Cedric. No me apetece jugármela, cuando todavía queda mucha carrera. Pero es que si creí haber pasado lo peor, pues no. Aun hay más. Ahora viene otra subida. Esto ya riza el rizo. Una senda, o algo parecido, en medio de la jungla atravesada de árboles, vegetación, barro, de tal manera que a menudo, tienes que retorcerte para poder pasar. Y digo retorcerte en el sentido más estricto de la palabra. Hay que hacer malabarismos para pasar. Y por fin llego arriba, pero ahora viene la bajada. Parecida a la subida. Es imposible correr, pero si casi lo es andar. Poco a poco se va haciendo más “asequible”. De pronto me parece algo más abajo la luz de un frontal. Coño igual es Cedric que no ha arriesgado y la cazo. Según me voy acercando veo ya el camelback en la espalda, pero cuando me acerco descubro que no es él, sino Nicholas, otro corredor. ¿De dónde coño aparece si yo he seguido siempre la ruta? Le pregunto a ver si está haciendo la misma carrera que yo y no me responde. Sigo a mi ritmo pues veo que baja muy despacio, pero me quedo mosca. Quizás se ha perdido (algo que puede ser normal en esta carrera) y ha salido aquí vete tu a saber por dónde. Paso el control de La Griveliere. Me dicen que Cedric me saca 20 minutos (en el de Grand Matuba me sacaba diez). Bueno, aun hay mucha carrera por delante.
A partir de aquí la senda es más llevadera (después de lo que había pasado, me parecía hasta una autopista, aun cuando esta senda era también bastante “retorcida”). Pero me vuelvo a encontrar, después de una subida dura por una carreterina, con otra subida demencial. Hay tramos con cuerdas, pero aún así, prácticamente tienes que escalar en la selva. Pienso: a este tío se le ha ido la pinza con este trazado. Paso el refugio de 3 Cretes y llego al Piton de Bouillante. Aquí me hago un lío. Hay una flecha clavada en el poste que indica el nombre de la carrera: Transkarukera, pero la flecha indica para el norte y los dos únicos caminos que hay, uno va al este y otro al oeste, así que para donde coño voy. Joder podían haber puesto la flecha mejor. Unos metros para un lado, otros para otro para ver la aguja del gps, pero es que no me aclaro. Al final miro el mapa que llevaba en el móvil y decididamente para el este. Menos mal. Una bajada continua por la selva me lleva hasta el control y avituallamiento del coll des Mamelles. En este punto te llevaban una bolsa con lo que quisieras meter en ella. También es el punto intermedio de la carrera (km 65) y punto de partida de la otra prueba (la Red Manmel). Aquí Thomas, el fotógrafo me dice que Cedric me lleva poco más de una hora. Bueno, yo estoy algo cansado, normal después de casi quince horas, si 14h 45’ en hacer estos 65km. Pero me encuentro todavía bien. De todos modos, aquí un médico decide hacerme algunas pruebas, ya sabéis, las típicas: te miran la tensión, te pinchan el dedo para ver no se qué (me imagino que acidosis o azúcar en sangre o…como tengo los niveles de testosterona, vaya usted a saber). El caso es que debe ver algo que no va muy bien y dice que me  ponga oxígeno. ¡¡¡eeeehhhh!!! Oye, eso es doping y está prohibido a no ser que te retires antes. Nada, nada a ponerte oxígeno. Pues vale, una forma de recuperar más rápido.
Un trozo de carretera y de nuevo a la jungla. A bajar y a subir de nuevo por estas enrevesadas sendas. A cruzar algún río de nuevo, seguir por estrechas canales,…En algunas bajadas hay que echar mano a los árboles para no ir de morros o de culo. Hay bajadas con mucho desnivel. Y de nuevo a otra carretera y una dura bajada por asfalto hasta Pointe Noire. Desde Les Mamelles hasta Pointe Noire hay unos 15 km. Cuando llego aquí me encuentro a Cedric, ya cambiado. Me dice que ha abandonado, que está cansado y no le gusta la carrera. Bueno, es normal estar cansado a estas alturas de la carrera, con un sol infernal y una humedad del copón. Me pregunta por mi reloj, pues no lo llevo. Le dije que se me agotó la batería y se lo di a Thomas, el fotógrafo por si se lo podía dar a Nary para que lo cargara y lo usara ella. El me dijo que también se le había acabado la batería. En ese momento llega otro corredor. Pero este es de otra carrera, de la de 88 km, que habían salido a las 8 de la mañana y llevan un color de dorsal diferente. Después de avituallarme bien (quizás en el mejor avituallamiento que he tenido: pasta con jamón, bebidas diferentes, buena comida,…) decido salir. Pregunto por dónde es y el otro corredor me dice que le siga, que conoce el camino. Bueno, te sigo si puedo, que tampoco está el horno para bollos. Le sigo por la carretera pero se me va. A unos cuatrocientos metros se gira a la derecha para comenzar una dura subida por otra carretera. En esa subida le cazo y vamos juntos. Son algo más de tres kilómetros de subida y de asfalto hasta llegar a otro pequeño avituallamiento. A partir de aquí se me empieza a ir. No me preocupa, está más fresco y es de otra carrera. Comienza una dura bajada, por senda y bosque hasta salir a otra carretera que, tras unos cuatro kilómetros, nos lleva de nuevo a otro pequeño avituallamiento. A partir de aquí empiezo a tener algunos problemas estomacales. Trato de beber sales y agua, pero me cuesta admitirlas. Empieza otra durísima subida por otra senda. Aunque es dura, la senda está bien, no es apenas técnica. Llegando al collado empieza otra jodida bajada, donde hay tramos que casi hay que bajar de culo del fuerte desnivel que tiene.  Sigo a mi ritmo por la jungla y en otra bajada llego a un río (uno más) donde hay un voluntario en una tienda de campaña. Me dice que sólo ha pasado un corredor y que soy el segundo en pasar. El primero es el de la otra carrera. Después de ir unos metros por el río, hay una subida durísima, no muy larga, pero con varios tramos de cuerda debido a la verticalidad que tiene. Luego se suaviza hasta salir a una pequeña y aislada carretera, que también hay que subir. En la cumbre de la carretera hay otro voluntario. Aquí hay un desvío para el bosque de nuevo. Y veo aparecer otra frontal. Supongo que será algún corredor de la de 88 o de la de 65km, pues estos últimos salieron a las 7 de la mañana y vendrán más frescos. Pues me equivoqué. Era de nuevo Nicholas. Joder, flipo en colores. Desde aquí hasta el control de Sofaia quedarían unos tres kilómetros, casi siempre picando hacia abajo y con mucho barro. La verdad es que voy fundido, el estómago está muy revuelto y no puedo comer y apenas beber, pero las sensaciones físicas no están tan mal (dentro de lo mal que podría estar). Llego a Sofaia, donde también nos llevaban otra bolsa en la que podíamos poner lo que quisiéramos, con la intención de descansar un poco más y recuperarme, para afrontar los últimos treinta kilómetros, que ya eran los más fáciles y asequibles, pues, exceptuando unas pequeñas subidas y bajadas al principio, el resto era todo llano.
Aquí el médico me vuelve a mirar, me vuelve a hacer las mismas pruebas que en Les Mamelles y me dice que tengo acidosis muscular o algo parecido, más calcio en la sangre y no sé que más. Hombre, después de 24 horas y cien kilómetros corriendo sin parar, con un calor del copón y una humedad de cojones, no voy a tener colonia en la sangre.  El caso es que según él, no puedo continuar porque tengo un grave riesgo de que me de un soponcio. Joder, he estado en situaciones peores, llego aunque sea andando y aún así estoy casi seguro que hago pódium. Pues no. No puedo salir. Me tumban en la camilla y a esperar. Después de un buen rato oigo llegar al segundo (eso creía) corredor de la larga, Dimitri, porque oigo como le dicen que yo estoy retirado en una camilla.
Más de tres horas en el avituallamiento y al final allí me quedé. Thomas, el fotógrafo, que estaba allí también se va a dormir al bungalow y me lleva.
Al día siguiente por la mañana, me comenta que Nary ha ganado la carrera de 65km y además es sexta en la general. Al menos una buena noticia. A eso de media mañana llega Nary al bungalow. Después de la ducha, la comida y relajarnos un poco nos vamos a la entrega de premios, que es a las 8 de la noche en Les Abymes, donde estaba la meta.
Se empiezan a dar los premios y cuando dan los de la carrera larga,…no puedo salir de mi asombro y me quedo alucinando en colores. Tercero: Nicholas (joder, si iba “primero” en Sofaia, pero bueno, nunca se sabe, pensé, igual le vino el hombre del mazo). Segundo: Dimitri (bueno, igual recuperó bien y le cazó; pero quién coños quedó entonces primero?). Primero: ¿¿¿…..Cedric. Tócate los cojones. No me lo puedo creer. Pero si estaba retirado en Pointe Noire. Y a mí nunca me pasó en ningún momento y os aseguro que desde Pointe Noire no me salí de la senda ni un metro en ningún momento (por la cuenta que me traía).
Se lo comento a Nary, y como esta chica tiene un cerebro hiperactivo (yo la llamo la científica loca) se puso a investigar. Lo primero que hizo fue mirar en la web los geolocalizadores de los tres primeros y el mío. Y ahí ya flipamos.  Mientras el mío era todo “normal”, en el resto había tramos de velocidades de casi 60km/h. Pero aún hay más. Según el geolocalizador, cuando yo llegué a Pointe Noire y Cedric estaba retirado (supuestamente hacía una hora o más, que era el tiempo que me llevaba doce kilómetros atrás en Les Mamelles), su geolocalizador seguía corriendo, es decir, no estaba, ni tenía señales de haberse parado en ningún momento. Pues más misterio, aunque nosotros ya empezábamos  a sacar nuestras propias conclusiones. Pero aún hay más. Al día siguiente Gerard nos invita a varios corredores a una cena-aperitivo en su casa. Nosotros llevamos el jamón y el chorizo que yo había llevado de León (y que fue todo un éxito). Allí Dimitri me dice que él pasó a Nicholas sobre el kilómetro 48, a la altura de Griveliere, en una bajada, pues según él, había tenido una caída y tenía que tomar antiinflamatorios. A ver si lo entiendo. Si Dimitri pasa a Nicholas en el km 48 y Nicholas me pasa a mí en el km 93 (más o menos) y Dimitri llega “segundo” a Sofaia (ya que Nicholas me había pasado a mí 2km antes pero no así Dimitri, ya que nunca le vi en carrera), pues yo le oí llegar, significa que Nicholas iba delante, pero según Dimitri (y como luego también dijo Nicholas)  le había pasado en el km 48. No entiendo nada, pero nada de nada.
La carrera tiene un presupuesto de 85.000€ (mucho dinero) donado por el gobierno francés para el desarrollo del deporte. Los máximos responsables de esa gestión son el organizador y el médico. En fin, que huele raro, pero allá cada uno. Yo he sacado mis propias conclusiones, pero tampoco tengo la certeza absoluta de que sea así, así que, de momento, me las reservo (que cada saque las suyas, a ver si coincidimos). Debo decir que, Gerard el organizador, me trató de maravilla y quiere que vuelva el próximo año. Lo primero que pensé fue: ni de coña tío, estás loco. Voy a venir aquí a dejarme la piel, a jugarme las piernas, la salud para ver este montaje???. Pero ahora igual me lo pienso porque tengo otra idea en la cabeza. Así que ya veremos.

Así, a modo de resumen, os puedo decir que, como decían Pablo y Nerea, esto no es una carrera, esto es una aventura. Y aunque al principio me costaba creerlo, ahora lo confirmo. Recuerdo cuando Nerea me decía que llevara mallas, guantes,…ahora entiendo por qué. Incluso así, acabé lleno de arañazos, magulladuras, picotazos por todo el cuerpo, cañas y hojas que te cortan los dedos, ramas que te golpean en todo el cuerpo, golpes de caídas, culazos, etc etc. y eso que no nos llovió mucho, que no me imagino todo eso con una lluvia torrencial como les pasó el año pasado (claro que igual también se agradece, porque yo suspiraba que lloviera para refrescar mi cuerpo).

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