TRANSKARUKERA - ISLA DE GUADALUPE - ANTILLAS FRANCESAS
JULIO 24/25
JULIO 24/25
TRANSKARUKERA 24-25 JULIO 2015
Hace aproximadamente un mes mi amigo Pablo Criado me sugiere
y me propone que vaya a correr esta prueba que se celebra en la isla de
Guadalupe (Antillas francesas). La organización correría con los gastos de
viaje (París – Pointe a Pitre, ida y vuelta), alojamiento e inscripción. La
verdad es que ofrecido así, es una tentación muy golosa. Pero como ahora debo
compartir mi vida, tengo que consultarlo. Me gustaría que ella viniera conmigo.
Así que escribo a la organización y me piden su curriculum. Se lo envío y al
final aceptan que vayamos los dos. Genial.
Hablo con Pablo y con Nerea, que la hicieron el año pasado y
leo sus crónicas. Me dicen que más que una carrera, es una aventura, que a mí
me encantará ese tipo de “carrera”. Que, a pesar del calor y de la humedad que
me voy a encontrar, que vaya protegido hasta las cejas, malla larga, guantes,
gorra/o, etc, porque me voy a llenar de arañazos, cortes, picaduras, caídas,..
uf, no sé si no me estarán exagerando, pero viniendo de estos dos, me temo que
no. Aun así, no me hago a la idea, pero está bien saberlo e intentaré hacerles
algo de caso.
Me dicen que es un recorrido duro, con subidas y bajadas de
vértigo a través de la selva, con mucho barro, pues es temporada de lluvias,
cruce de ríos,…bonito panorama, creo que me gustará.
Así, el 21 de julio cogimos el vuelo desde Madrid a París,
para desde allí, volar a Guadalupe. En París ya nos encontramos con otros
corredores que iban a participar en las distintas pruebas que se celebran.
Llegamos el mismo martes al aeropuerto de la capital, Pointe a Pitre, a final
de la tarde, todavía de día (oscurece sobre las siete y hay seis horas de
diferencia, en este caso, menos) y el calor y la humedad es lo primero que te
“golpea” al cuerpo. Nos van a recoger y nos llevan a los bungalows que nos
tienen asignados en Creol Iles, un lugar apartado en medio de la isla. Cenamos
en el restaurante del bungalow, yo una ensalada de gambas y Nary pescado, una
dorada. Para ser claros, una mierda. Media docena de hojas de lechuga y media
docena de gambas que había que buscar con el microscopio (10€) y la dorada del
tamaño de un ratón de ordenador (16€) (y pensar que en Ezequiel-Villamanín, por
13€ tienes que llevarte la comida que sobra en un taper, porque es imposible
acabarla).
El miércoles 22 salimos a entrenar por los alrededores. El
lugar no es nada del otro mundo, seguimos una carretera, un desvío a otra
carretera con menos tránsito y llegamos a un camino donde había unas fincas con
tomates, pimientos, pepinillos, como medio abandonado. No pudimos resistir la
tentación de coger algunos. De vuelta, a la orilla de la carretera te
encuentras con papayas, mangos y también recogemos algunos. Luego paramos en un
pequeño supermercado y compramos comida para preparar nuestra comida y cena.
El jueves nos unimos al grupo de franceses, dos grupos, que
había alquilado coches y nos propusieron acompañarlos. Fuimos a visitar la isla
de Les Saintes, Fort Napoleón y terminamos dándonos un baño en la playa de Pain
de Sucre.
El viernes fuimos a ver la cascada de, no recuerdo el
nombre, Lezarde o como se llame. Está a unos diez minutos en coche desde donde
nos alojamos. La senda para llegar está muy bien y te lleva unos diez o veinte
minutos andando. La cascada también está bastante bien, incluso para darse un
baño. Yo volví al bungalow para descansar, comer y preparar la mochila, y hacer
un estudio del recorrido de desniveles y avituallamientos para concretar qué
debo llevar, pues esa noche empezaba la
carrera. El resto se dirigió a ver otra cascada, pero que luego me dijeron que
no tenía nada interesante y prácticamente nada que ver.
Según mi análisis de la carrera y sin tener ningún apoyo hay
que tener cuidado especialmente con la hidratación. Hay avituallamientos que están
separados hasta quince kilómetros, pero además hay que salvar mucho desnivel y
un terreno muy enrevesado y técnico lo que te puede llevar hasta tres horas ir
de un control a otro, eso con el calor y la humedad que hay, es para tenerlo en
cuenta, muy en cuenta.
A eso de las cinco hago una merienda-cena. A las seis de la
tarde vamos a Basse-Terre, que es donde está la salida de la carrera. El
trayecto nos lleva casi una hora. En la salida coincido con otro corredor
español, pero que vive y trabaja en la isla. Antes de la salida hacen una presentación de todos los
corredores. No somos muchos (a vuelta de hoja, meter aquí a muchos corredores y
a muchos me refiero más de cincuenta podría tener consecuencias imprevistas,
pero bueno, allá cada uno, somos libres de elegir. Yo me limito a dar mi
opinión).
A Nary la llama el organizador, Gerard y le hace una
propuesta. Ella correrá la prueba de 65km. Había un corredor que siempre corría
esta prueba y siempre le apoyaba su mujer. Este año estaba inscrito también, pero
su mujer enfermó y una semana antes falleció. A él le hubiera gustado correr y
querría hacerlo de alguna manera simbólica, tanto él como su mujer fallecida,
así Gerard le propuso a Nary correr con dos dorsales, el suyo y el de Jeremy y
Gaelle (nombre del corredor y su mujer) a lo que ella aceptó y que, a la vez
que le supuso un honor también le supuso una “responsabilidad”. Y cargar con
dos geolocalizadores (que pesan casi medio kilo cada uno). Pues eso, que nos
meten un geolocalizador, más que nada por si nos perdemos en la selva y nos
tienen que ir a buscar, porque, como comprobaréis más adelante, estos aparatos
nos dieron “sorpresas sorprendentes”.
La carrera tien 130km, un total de 9.538m positivos y la
cumbre más alta a 1.372m (teniendo en cuenta que salimos a nivel del mar).
Tiene 12 avituallamientos, pero ojo, algunos son eternos.
Y a las ocho de la noche dan la salida. Frontales
encendidas, aunque los primeros kilómetros (dos aproximadamente) son por
asfalto, y eso que a los ochocientos metros ya te hacen cruzar un río. Yo
estreno una nueva frontal, la Fénix HP30. Es algo pesada, pero como las
frontales siempre me han dado guerra, espero que alguna me salga bien. Y esta
vez acerté. Tiene cuatro niveles. Yo fui todo el tiempo en el tercero, muy alto,
sin llegar a recurrir al cuarto, super alto y me fue genial. Desde las 8 de la
noche hasta casi las seis de la mañana y aún me quedaba media batería. Eso sí,
la batería no se puede poner detrás de la cabeza, sino en algún bolsillo o
colgante en la mochila o donde mejor os convenga. Yo la puse en el bolsillo
lateral que tiene el portabidones del camelback y me fue perfecto.
A pesar del calor y la humedad yo salí con mallas piratas,
medias de compresión, manguitos y guantes. Si a eso le añadimos la pedazo
frontal, el super reloj (ya hablaré de él), el buff en la cabeza, las
zapatillas de colores,….parecía un geyper man. Cojones, la ropa, los accesorios
y complementos que hacen ahora lo hacen para que no llamemos la atención!!! O
para que nos acribillen los mosquitos. Lo del reloj. Veréis, comprobé el número
de abandonos de esta carrera. Conozco a algunos corredores de otras ediciones y
me dijeron que es muy fácil perderse ya que el balizaje es escaso, muy escaso.
De todas formas, Pablo me dijo que aunque es escaso, es evidente. Bueno, por si
acaso me descargué el track en el reloj.
Sale la carrera. Cedric, un francés sale rapidillo. Bueno,
yo de momento, puedo seguirle. En seguida nos damos cuenta que el balizaje es
escaso porque tenemos dudas si vamos por la senda correcta o no, pero nos
dejamos llevar y vamos bien. Llegamos al pueblo de Bourbeyre, no vemos marcas y
Cedric pregunta a gente. No sé qué le dicen pero seguimos. Llegamos a un cruce
y giramos a la derecha. Al cabo de un par de kilómetros un coche de la
organización nos para y nos dice que es en la otra dirección. Pues para arriba
(además cuesta arriba). Cuando llegamos de nuevo al cruce, acaban de pintar las
flechas en la carretera (a buenas horas mangas verdes) y justo doscientos
metros más arriba estaba el avituallamiento (km 16. Dos d’Ane). Seguimos en
cabeza. En un kilómetro aproximadamente nos metemos en un río. Joder, pero es
que no hay una puñetera senda y nos tienen que meter por el río, por dentro del
río, así no se cuanto tiempo. Hay que sortear enormes piedras, agua, a veces
hasta la cintura y por fin salimos a una senda. Comienza una dura subida hasta
llegar al pico Nez Cassé y luego una técnica bajada hasta llegar al segundo
avituallamiento de Beau Soleil. A partir de aquí comienza una durísima subida
por una especie de canalillo de agua rodeado de vegetación con un desnivel
fortísimo. Tanto que, a veces, hay que subir gateando y aun así resbalas muchas
veces y otras veces la vegetación no te deja ver el suelo, que está lleno de
agujeros y de agua. Por fin llegamos arriba y, a pesar de que hay algo de
niebla y es de noche sigue haciendo calor. Luego comienza una bajada alucinante,
de dejarte los pies, los dientes y la biblia en verso. Es muy difícil
mantenerse en pie. Rocas, agua, barro, vegetación, con un fuerte desnivel. Aquí
se me escapa Cedric. No me apetece jugármela, cuando todavía queda mucha
carrera. Pero es que si creí haber pasado lo peor, pues no. Aun hay más. Ahora
viene otra subida. Esto ya riza el rizo. Una senda, o algo parecido, en medio
de la jungla atravesada de árboles, vegetación, barro, de tal manera que a
menudo, tienes que retorcerte para poder pasar. Y digo retorcerte en el sentido
más estricto de la palabra. Hay que hacer malabarismos para pasar. Y por fin
llego arriba, pero ahora viene la bajada. Parecida a la subida. Es imposible
correr, pero si casi lo es andar. Poco a poco se va haciendo más “asequible”.
De pronto me parece algo más abajo la luz de un frontal. Coño igual es Cedric
que no ha arriesgado y la cazo. Según me voy acercando veo ya el camelback en
la espalda, pero cuando me acerco descubro que no es él, sino Nicholas, otro
corredor. ¿De dónde coño aparece si yo he seguido siempre la ruta? Le pregunto
a ver si está haciendo la misma carrera que yo y no me responde. Sigo a mi
ritmo pues veo que baja muy despacio, pero me quedo mosca. Quizás se ha perdido
(algo que puede ser normal en esta carrera) y ha salido aquí vete tu a saber
por dónde. Paso el control de La Griveliere. Me dicen que Cedric me saca 20 minutos
(en el de Grand Matuba me sacaba diez). Bueno, aun hay mucha carrera por
delante.
A partir de aquí la senda es más llevadera (después de lo
que había pasado, me parecía hasta una autopista, aun cuando esta senda era
también bastante “retorcida”). Pero me vuelvo a encontrar, después de una
subida dura por una carreterina, con otra subida demencial. Hay tramos con
cuerdas, pero aún así, prácticamente tienes que escalar en la selva. Pienso: a
este tío se le ha ido la pinza con este trazado. Paso el refugio de 3 Cretes y
llego al Piton de Bouillante. Aquí me hago un lío. Hay una flecha clavada en el
poste que indica el nombre de la carrera: Transkarukera, pero la flecha indica
para el norte y los dos únicos caminos que hay, uno va al este y otro al oeste,
así que para donde coño voy. Joder podían haber puesto la flecha mejor. Unos
metros para un lado, otros para otro para ver la aguja del gps, pero es que no
me aclaro. Al final miro el mapa que llevaba en el móvil y decididamente para
el este. Menos mal. Una bajada continua por la selva me lleva hasta el control
y avituallamiento del coll des Mamelles. En este punto te llevaban una bolsa
con lo que quisieras meter en ella. También es el punto intermedio de la
carrera (km 65) y punto de partida de la otra prueba (la Red Manmel). Aquí
Thomas, el fotógrafo me dice que Cedric me lleva poco más de una hora. Bueno,
yo estoy algo cansado, normal después de casi quince horas, si 14h 45’ en hacer
estos 65km. Pero me encuentro todavía bien. De todos modos, aquí un médico
decide hacerme algunas pruebas, ya sabéis, las típicas: te miran la tensión, te
pinchan el dedo para ver no se qué (me imagino que acidosis o azúcar en sangre
o…como tengo los niveles de testosterona, vaya usted a saber). El caso es que
debe ver algo que no va muy bien y dice que me
ponga oxígeno. ¡¡¡eeeehhhh!!! Oye, eso es doping y está prohibido a no
ser que te retires antes. Nada, nada a ponerte oxígeno. Pues vale, una forma de
recuperar más rápido.
Un trozo de carretera y de nuevo a la jungla. A bajar y a
subir de nuevo por estas enrevesadas sendas. A cruzar algún río de nuevo,
seguir por estrechas canales,…En algunas bajadas hay que echar mano a los
árboles para no ir de morros o de culo. Hay bajadas con mucho desnivel. Y de
nuevo a otra carretera y una dura bajada por asfalto hasta Pointe Noire. Desde
Les Mamelles hasta Pointe Noire hay unos 15 km. Cuando llego aquí me encuentro
a Cedric, ya cambiado. Me dice que ha abandonado, que está cansado y no le
gusta la carrera. Bueno, es normal estar cansado a estas alturas de la carrera,
con un sol infernal y una humedad del copón. Me pregunta por mi reloj, pues no
lo llevo. Le dije que se me agotó la batería y se lo di a Thomas, el fotógrafo
por si se lo podía dar a Nary para que lo cargara y lo usara ella. El me dijo
que también se le había acabado la batería. En ese momento llega otro corredor.
Pero este es de otra carrera, de la de 88 km, que habían salido a las 8 de la
mañana y llevan un color de dorsal diferente. Después de avituallarme bien
(quizás en el mejor avituallamiento que he tenido: pasta con jamón, bebidas
diferentes, buena comida,…) decido salir. Pregunto por dónde es y el otro
corredor me dice que le siga, que conoce el camino. Bueno, te sigo si puedo,
que tampoco está el horno para bollos. Le sigo por la carretera pero se me va.
A unos cuatrocientos metros se gira a la derecha para comenzar una dura subida
por otra carretera. En esa subida le cazo y vamos juntos. Son algo más de tres
kilómetros de subida y de asfalto hasta llegar a otro pequeño avituallamiento.
A partir de aquí se me empieza a ir. No me preocupa, está más fresco y es de
otra carrera. Comienza una dura bajada, por senda y bosque hasta salir a otra
carretera que, tras unos cuatro kilómetros, nos lleva de nuevo a otro pequeño avituallamiento.
A partir de aquí empiezo a tener algunos problemas estomacales. Trato de beber
sales y agua, pero me cuesta admitirlas. Empieza otra durísima subida por otra
senda. Aunque es dura, la senda está bien, no es apenas técnica. Llegando al
collado empieza otra jodida bajada, donde hay tramos que casi hay que bajar de
culo del fuerte desnivel que tiene. Sigo
a mi ritmo por la jungla y en otra bajada llego a un río (uno más) donde hay un
voluntario en una tienda de campaña. Me dice que sólo ha pasado un corredor y
que soy el segundo en pasar. El primero es el de la otra carrera. Después de ir
unos metros por el río, hay una subida durísima, no muy larga, pero con varios
tramos de cuerda debido a la verticalidad que tiene. Luego se suaviza hasta
salir a una pequeña y aislada carretera, que también hay que subir. En la
cumbre de la carretera hay otro voluntario. Aquí hay un desvío para el bosque
de nuevo. Y veo aparecer otra frontal. Supongo que será algún corredor de la de
88 o de la de 65km, pues estos últimos salieron a las 7 de la mañana y vendrán
más frescos. Pues me equivoqué. Era de nuevo Nicholas. Joder, flipo en colores.
Desde aquí hasta el control de Sofaia quedarían unos tres kilómetros, casi
siempre picando hacia abajo y con mucho barro. La verdad es que voy fundido, el
estómago está muy revuelto y no puedo comer y apenas beber, pero las
sensaciones físicas no están tan mal (dentro de lo mal que podría estar). Llego
a Sofaia, donde también nos llevaban otra bolsa en la que podíamos poner lo que
quisiéramos, con la intención de descansar un poco más y recuperarme, para
afrontar los últimos treinta kilómetros, que ya eran los más fáciles y
asequibles, pues, exceptuando unas pequeñas subidas y bajadas al principio, el
resto era todo llano.
Aquí el médico me vuelve a mirar, me vuelve a hacer las
mismas pruebas que en Les Mamelles y me dice que tengo acidosis muscular o algo
parecido, más calcio en la sangre y no sé que más. Hombre, después de 24 horas
y cien kilómetros corriendo sin parar, con un calor del copón y una humedad de
cojones, no voy a tener colonia en la sangre.
El caso es que según él, no puedo continuar porque tengo un grave riesgo
de que me de un soponcio. Joder, he estado en situaciones peores, llego aunque
sea andando y aún así estoy casi seguro que hago pódium. Pues no. No puedo
salir. Me tumban en la camilla y a esperar. Después de un buen rato oigo llegar
al segundo (eso creía) corredor de la larga, Dimitri, porque oigo como le dicen
que yo estoy retirado en una camilla.
Más de tres horas en el avituallamiento y al final allí me
quedé. Thomas, el fotógrafo, que estaba allí también se va a dormir al bungalow
y me lleva.
Al día siguiente por la mañana, me comenta que Nary ha
ganado la carrera de 65km y además es sexta en la general. Al menos una buena
noticia. A eso de media mañana llega Nary al bungalow. Después de la ducha, la
comida y relajarnos un poco nos vamos a la entrega de premios, que es a las 8
de la noche en Les Abymes, donde estaba la meta.
Se empiezan a dar los premios y cuando dan los de la carrera
larga,…no puedo salir de mi asombro y me quedo alucinando en colores. Tercero:
Nicholas (joder, si iba “primero” en Sofaia, pero bueno, nunca se sabe, pensé,
igual le vino el hombre del mazo). Segundo: Dimitri (bueno, igual recuperó bien
y le cazó; pero quién coños quedó entonces primero?). Primero: ¿¿¿…..Cedric.
Tócate los cojones. No me lo puedo creer. Pero si estaba retirado en Pointe
Noire. Y a mí nunca me pasó en ningún momento y os aseguro que desde Pointe
Noire no me salí de la senda ni un metro en ningún momento (por la cuenta que
me traía).
Se lo comento a Nary, y como esta chica tiene un cerebro
hiperactivo (yo la llamo la científica loca) se puso a investigar. Lo primero
que hizo fue mirar en la web los geolocalizadores de los tres primeros y el
mío. Y ahí ya flipamos. Mientras el mío
era todo “normal”, en el resto había tramos de velocidades de casi 60km/h. Pero
aún hay más. Según el geolocalizador, cuando yo llegué a Pointe Noire y Cedric
estaba retirado (supuestamente hacía una hora o más, que era el tiempo que me
llevaba doce kilómetros atrás en Les Mamelles), su geolocalizador seguía
corriendo, es decir, no estaba, ni tenía señales de haberse parado en ningún
momento. Pues más misterio, aunque nosotros ya empezábamos a sacar nuestras propias conclusiones. Pero
aún hay más. Al día siguiente Gerard nos invita a varios corredores a una
cena-aperitivo en su casa. Nosotros llevamos el jamón y el chorizo que yo había
llevado de León (y que fue todo un éxito). Allí Dimitri me dice que él pasó a
Nicholas sobre el kilómetro 48, a la altura de Griveliere, en una bajada, pues
según él, había tenido una caída y tenía que tomar antiinflamatorios. A ver si
lo entiendo. Si Dimitri pasa a Nicholas en el km 48 y Nicholas me pasa a mí en
el km 93 (más o menos) y Dimitri llega “segundo” a Sofaia (ya que Nicholas me
había pasado a mí 2km antes pero no así Dimitri, ya que nunca le vi en
carrera), pues yo le oí llegar, significa que Nicholas iba delante, pero según
Dimitri (y como luego también dijo Nicholas)
le había pasado en el km 48. No entiendo nada, pero nada de nada.
La carrera tiene un presupuesto de 85.000€ (mucho dinero)
donado por el gobierno francés para el desarrollo del deporte. Los máximos
responsables de esa gestión son el organizador y el médico. En fin, que huele
raro, pero allá cada uno. Yo he sacado mis propias conclusiones, pero tampoco
tengo la certeza absoluta de que sea así, así que, de momento, me las reservo
(que cada saque las suyas, a ver si coincidimos). Debo decir que, Gerard el
organizador, me trató de maravilla y quiere que vuelva el próximo año. Lo
primero que pensé fue: ni de coña tío, estás loco. Voy a venir aquí a dejarme
la piel, a jugarme las piernas, la salud para ver este montaje???. Pero ahora
igual me lo pienso porque tengo otra idea en la cabeza. Así que ya veremos.
Así, a modo de resumen, os puedo decir que, como decían
Pablo y Nerea, esto no es una carrera, esto es una aventura. Y aunque al
principio me costaba creerlo, ahora lo confirmo. Recuerdo cuando Nerea me decía
que llevara mallas, guantes,…ahora entiendo por qué. Incluso así, acabé lleno
de arañazos, magulladuras, picotazos por todo el cuerpo, cañas y hojas que te
cortan los dedos, ramas que te golpean en todo el cuerpo, golpes de caídas,
culazos, etc etc. y eso que no nos llovió mucho, que no me imagino todo eso con
una lluvia torrencial como les pasó el año pasado (claro que igual también se
agradece, porque yo suspiraba que lloviera para refrescar mi cuerpo).
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